Este 8 de enero se cumplió un mes desde la caída del régimen Al Asad en Siria. Una fecha que coincidió con la primera reunión de defensoras de los derechos de la mujer desde el inicio de la guerra civil, en un país donde hasta poco la militancia era sinónimo de arrestos y exilio. Hoy enfrentan un nuevo reto: que las nuevas autoridades garanticen sus derechos. Nuestra enviada especial a Damasco Melissa Barra fue a este encuentro.

El Palacio Cham, en el centro de Damasco, se llenó este miércoles de mujeres, activistas clandestinas o exiliadas, reunidas por primera vez en más de 13 años. Muchas de estas voces estaban amenazadas por el régimen por liderar la oposición.

Entre ellas, Mariam Jalabi, cofundadora del Movimiento Político de las Mujeres Sirias. El gobierno de transición ha llamado a crear un comité diverso para organizar el diálogo nacional sobre el futuro del país: “Nadie tiene por qué ‘convocarnos’. Es nuestro derecho y vamos a tomar la delantera”, reacciona.

“Es nuestro deber participar en la reconstrucción del país. Todas las defensoras de derechos humanos que viven en Siria van a trabajar ahora para que nos escuchen. Van a acudir a los medios y dialogar con las autoridades de transición para visibilizarnos y decirles que vamos a decidir con ellos”, prosigue Mariam.

“No quiero que nos convirtamos en una sociedad islámica”

Jessica es estudiante en Damasco, no hace política. Lo que le preocupa es quién tomará el poder, visto el perfil de los dirigentes de la transición. “La libertad, bueno. Temo que la perdamos. Mira cómo me visto con estilo. No quiero que nos convirtamos en una sociedad o un Estado islámico, y retroceder 2.000 años atrás. Eso me da miedo, pero no creo que ocurra. Siria es un país muy abierto hacia el mundo entonces sería difícil”, considera la joven.

Las defensoras de los derechos de la mujer por ahora desconfían de los nuevos dirigentes del país. Surgió por ejemplo un video de hace 10 años en el que se ve al ministro de Justicia ejecutando en Idlib a unas mujeres acusadas de ser prostitutas.  

Sin embargo, dicen que no se van a dejar controlar y van a luchar para que la Siria del futuro les garantice sus derechos. Concuerdan en que, si lograron sobrevivir a la dictadura, no dejarán que nadie más les quite la libertad.