En Uruguay, la izquierda vuelve al poder: el candidato del Frente Amplio, Yamandú Orsi, ganó las elecciones presidenciales a finales de noviembre. Durante la campaña se habló mucho de inseguridad, delincuencia y narcotráfico. Desde hace algunos años, este pequeño país de tres millones y medio de habitantes, durante mucho tiempo anunciado como un remanso de paz en América Latina, se encuentra en la ruta del tráfico de cocaína hacia Europa.

En los últimos meses, Europa ha visto aumentar el número de incautaciones de droga en los barcos que zarpan de Uruguay, con una tonelada de cocaína incautada en el puerto de Montevideo. Uruguay se ha convertido en un punto de tránsito de la droga hacia Europa. “La represión del narcotráfico en otros países, como Colombia -Plan Colombia, etc.-, y la intensificación del tráfico en general han obligado a los narcotraficantes a diversificar sus rutas”, explica Denis Merklen, Director del Instituto de Altos Estudios de América Latina.

Así que los traficantes empezaron a buscar puertos para exportar la droga, sobre todo a Europa. Los cárteles brasileños y argentinos se trasladaron a Uruguay para aprovechar el puerto de Montevideo, muy importante, que se está convirtiendo en una de las bases logísticas del sur de Sudamérica.

Fácil de montar

El tráfico de cocaína empezó a ser un problema para Uruguay en 2010, y se ha agudizado en los últimos cinco años. Hay que decir que la geografía del país ha facilitado las cosas a los narcotraficantes: sus dos únicas fronteras, con Brasil y Argentina, son enormes. Y no hay accidentes geográficos -ríos o puentes- que permitan a la policía controlarlas mejor: son sólo campos.

Además, explica Denis Merklen, en Uruguay la población se concentra en la ciudad de Montevideo, alrededor del puerto y en la costa: en el resto del país, “sólo hay vacas y cereales”. Por tanto, “es muy fácil llegar en avionetas, aterrizar en enormes propiedades habitadas por nadie y almacenar droga”. Hoy, Uruguay es “un almacén de droga a la espera de ser exportada”.

La “pasta base”

Mientras la droga pasa por Uruguay, también se arraiga allí, porque los cárteles necesitan “personal local” para almacenar y transportar la droga. Se les paga con droga, que luego venden a pequeños traficantes de barrios populares. Esta droga no es cocaína -demasiado cara-, sino un residuo de cocaína, la “pasta base”, mucho más barata.

Esta “droga de pobres”, muy potente, es también muy nociva y muy adictiva. No existen cifras precisas sobre el consumo de pasta base, pero, como explica Denis Merklen, “sabemos por nuestro trabajo de campo en los barrios populares de Uruguay que va en aumento. Incluso se produce localmente: la última parte del proceso se hace en los barrios”.

Inseguridad

La presencia de narcotraficantes que alimentan el comercio local (y que luchan entre sí) aumenta la violencia y la inseguridad. El tema fue ampliamente debatido durante la última campaña electoral. Emiliano Rojido, sociólogo especializado en violencia, delincuencia y políticas públicas, analiza lo que han hecho los sucesivos gobiernos uruguayos en los últimos años para combatir el narcotráfico.

El último gobierno, de centro-derecha, luchó principalmente contra los grupos criminales locales, invirtiendo mucho dinero y energía en cerrar los puntos de venta de droga conocidos como “bocas”. “Esto no es muy lógico -dice el investigador- porque otras ‘bocas’ aparecen en cuestión de minutos’. Y estas operaciones generan ‘violencia entre los Estados y estos grupos, pero también entre los propios grupos por el control de estos puntos de venta’.

Antes, los gobiernos de centro-izquierda también tenían -quizá en menor medida, según Emiliano Rojido- un ‘discurso de guerra’ contra las drogas y los grupos criminales. Pero también pensaban que ‘mejorando los indicadores sociales -empleo, educación, etc.- reducirían automáticamente la delincuencia. Esto reduciría automáticamente la delincuencia. Pero no fue así: era una forma de eludir el problema. Los indicadores económicos han mejorado, pero la delincuencia ha aumentado’. Emiliano Rojido también cree que, para los políticos, el crimen organizado y el narcotráfico se han convertido en un cómodo chivo expiatorio de todos los problemas de seguridad del país.

El regreso de la izquierda

Hoy, la izquierda vuelve al poder en Uruguay con Yamandú Orsi, elegido el mes pasado y que tomará posesión dentro de unas semanas. Para luchar contra el narcotráfico, propone, entre otras cosas, la creación de un organismo antidroga para combatir el tráfico internacional, es decir, los cárteles. En el ámbito interno, aboga por una política más social para hacer frente a la pequeña delincuencia: a pesar de su tamaño, Uruguay tiene actualmente la tasa de encarcelamiento más alta de Sudamérica.