Como primer hispano en dirigir la diplomacia estadounidense, Marco Rubio, nacido en Florida de padres cubanos, ejercerá muy probablemente una máxima presión no solo sobre Cuba, sino también sobre Venezuela y Nicaragua, distanciándose de Colombia, Brasil y Chile, pero acercándose en cambio de Argentina y El Salvador.
Senador durante tres mandatos, Rubio, de 53 años, construyó en Florida su carrera política apoyado por las diásporas anticastrista y venezolana. Habla español con fluidez y conoce a fondo la dinámica del poder en Cuba, la isla donde nacieron sus padres, quienes emigraron tres años antes de la llegada de Fidel Castro al poder en 1959.
Rubio fue muy influyente en la política hacia la región en el primer mandato de Trump, y ha calificado de "débil" la política del presidente saliente Joe Biden hacia América Latina.
Arturo López-Levy, investigador cubano del instituto de estudios regionales comparados de la Universidad de Denver (Estados Unidos), considera que la nominación de Rubio es "la tormenta perfecta" para una Cuba sumida en su peor crisis económica en tres décadas con escasez de alimentos, medicinas y combustible, además de crónicos apagones.
Rubio fue figura clave en la aplicación de 243 medidas para reforzar el embargo estadounidense durante el primer mandato de Trump (2017-2021), que incluyeron su reincorporación a la lista de patrocinadores del terrorismo y que asfixian a Cuba.
López-Levy supone que el gobierno cubano responderá con "sobriedad" porque tiene "mucha experiencia lidiando con este tipo de políticas".
Venezuela y Nicaragua también estarán en la mira de Rubio
La política de mano dura que pregona Rubio también apunta a una Venezuela gobernada por Nicolás Maduro y a Nicaragua con Daniel Ortega al frente. "Serán presionados por Washington en línea de producir algún cambio de régimen", pronostica Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Nueva Mayoría en Buenos Aires, que incluye en este grupo a Bolivia.
La oposición venezolana, liderada por María Corina Machado y Edmundo González, se apresuró a felicitar a Trump un día después de su triunfo y prometió ser una aliada "confiable" en caso de conseguir desplazar del poder a Maduro.
"Nunca como hoy hay una oportunidad para avanzar hacia la democratización de América Latina", dijo Machado en una entrevista con la AFP.
En el primer mandato de Trump, Rubio ayudó a convencerlo de aplicar duras sanciones contra Caracas y reconoció como presidente interino al entonces jefe del Parlamento, el opositor Juan Guaidó, para intentar forzar, sin éxito, la salida de Maduro.
Rubio critica la presencia china en la región pero mayores sanciones hacia Venezuela y Cuba "favorecerán probablemente una mayor influencia china y rusa en el hemisferio", estima Christopher Sabatini, investigador para América Latina en Chatham House, centro de análisis basado en Londres.
Sería un dilema para Rubio, partidario de una política exterior más agresiva hacia China, y de acabar con la guerra de Rusia con Ucrania.
México es un caso aparte. Fraga estima que la administración Trump creará "un diálogo particular" con su vecino del sur. En su campaña, Trump prometió hacer deportaciones masivas de migrantes e imponer aranceles de al menos 25% a las exportaciones mexicanas.
Acercamiento con las nuevas derechas
En el resto de la región, los gobiernos de izquierda de Brasil, Colombia y Chile "se encontrarán más lejos de Washington" que con Biden, anticipa Fraga.
Los nuevos aliados serán el ultraliberal argentino Javier Milei y el salvadoreño Nayib Bukele, "los presidentes de la nueva derecha más destacados", que Trump "favorecerá", añadió.
Rubio se reunió con Milei en Buenos Aires en febrero. Y el presidente argentino fue el primero de la región en reunirse con Trump tras su triunfo, que consideró como "el mayor regreso político de la historia".