Emmanuel Macron recibe este martes en el Palacio del Elíseo a todos los representantes de los partidos franceses salvo a la izquierda radical, Francia Insumisa, y a la extrema derecha de Marine Le Pen. El presidente espera hacerles pagar la censura con la que tumbaron al gobierno de Michel Barnier.
Un informe de Raphaël Delvolve
Oficialmente, si los dos extremos del hemiciclo no están en Palacio, es porque, según el entorno de Macron, para asistir hay que cumplir un criterio: “la lógica del compromiso y RN (Agrupación Nacional) y LFI (La Francia Insumisa) no querían eso”, afirman. Una explicación con la que el Elíseo pretende endosarles la imagen de partidos del desorden.
Marine Le Pen dejó claro la semana pasada en el diario Le Figaro que no se “indignaría” si no la invitaban. Aunque su entorno hable ahora de un deseo por parte del presidente de “humillarla”.
Si la reunión desemboca, al menos, en un acuerdo para no censurar al futuro gobierno, con el respaldo de los 66 diputados socialistas, la Asamblea Nacional se vería privada de una mayoría para que prosperara una nueva moción de censura.
Macron busca sacar provecho de las consecuencias tangibles de la censura
En particular, el presidente espera sacar partido de las repercusiones ya tangibles de la censura. Varios diputados “censores” se enfrentan a la ira de los electores. Los campesinos, por ejemplo, quienes se iban a beneficiar del presupuesto propuesto por Barnier, han atacado las oficinas de los diputados de RN y NFP.
También está la elección parcial en las Ardenas, que ha perdido un candidato de extrema derecha que tenía una ventaja de 14 puntos sobre su rival centrista en la primera vuelta, una primera ronda que tuvo lugar… antes de la censura.
En la izquierda, el Nuevo Frente Popular se ha debilitado. La Francia Insumisa había sido invitada al Elíseo, pero se negaron a acudir y critican a sus socios ecologistas, comunistas y socialistas por haber ido. Su líder, Jean-Luc Mélenchon, les acusa de traición. La censura podría ser, pues, la gota que colme el vaso de los desacuerdos en el seno de la alianza de la izquierda.
A RN y LFI no les disgusta del todo seguir siendo adversarios acérrimos y en la oposición
Frente a un posible futuro gobierno que, con toda seguridad, no será derrocado, RN y LFI buscarán, no obstante, obtener una ventaja. En particular, podrán ocupar la cómoda posición de opositores ruidosos y decididos, con la vista puesta en las próximas elecciones, incluidas las presidenciales de 2027.
En el bando de RN, el entorno de Marine Le Pen insiste en que el presidente les hace un favor al no invitarles. Por su parte, LFI ha anunciado su intención de presentar una moción de censura contra el próximo gobierno, no tanto para derrocarlo, sino para identificar a sus partidarios y opositores.