El presidente francés habla este lunes para intentar relanzar su mandato de cinco años tras los complicados debates sobre las pensiones. Los opositores a la reforma, validada el viernes pasado por el Consejo Constitucional y ya promulgada, preparan una cacerolada para las ocho de la tarde, coincidiendo con la intervención del presidente.

Lastrado por la crisis social y política, la popularidad de Macron ha caído en picado, está en su nivel más bajo desde la crisis de los Chalecos Amarillos, un 28% de aprobación.

El 74% d ellos franceses piensa que la democracia francesa va mal. Es el resultado de una encuesta realizada por el Instituto Viavoice y publicada por el diario francés Libération que también subraya que el 39% de los encuestados van aún más lejos y considera que la democracia goza de “muy mala salud”.

El estudio da cuenta, al mismo tiempo, de la imagen negativa que tienen los franceses de sus diputados, “desconectados de las preocupaciones inmediatas” de los ciudadanos que han visto su poder adquisitivo disminuir con una inflación que se nota cada vez más en los bolsillos. En este contexto, aprobar una reforma por la fuerza, no ha sentado muy bien a los franceses.

Este es el panorama con el que tiene que lidiar el presidente el resto de su mandato, que termina en 2027. ¿Cómo renovar la confianza con los franceses? El diario Le Monde asegura que, si no quiere quedarse embarrado, “Emmanuel Macron tendrá que reconectar con su ADN disruptivo y sorprender”.

El rotativo indica que tiene que dibujar “un camino colectivo, algo que no quiso hacer durante la campaña electoral, para preservar sus opciones de seducir tanto a los votantes de derecha como a los de izquierda, en función de las circunstancias”, dice Le Monde.

Sentido del trabajo y el reparto de la riqueza, los dos ejes con los que Macron intenta convencer

La intervención del presidente está prevista en la televisión en horario de máxima audiencia, a las ocho de la tarde. Su entorno asegura que su discurso tendrá dos ejes: el sentido del trabajo y el reparto de las riquezas, en el núcleo, según él, de la ira desencadenada en las calles por la reforma de las pensiones.

Macron tendrá que pesar cada una de las palabras que pronuncie porque si bien su reforma de las pensiones consiguió superar, por la fuerza, todas las barreras para ser promulgada, el descontento en la calle sigue intacto. La fuerza de la movilización, sin duda, ha ido perdiendo peso, pero no así la determinación de decenas de miles de personas.

La promulgación casi inmediata de la reforma, sólo unas horas después de la validación por el Consejo Constitucional el viernes pasado, fue vivida como una nueva provocación para sus detractores. “Hasta el fin del desprecio”, juzgó el secretario general del sindicato CFDT, Laurent Berger.

"Esta reforma ha creado desde hace tres meses una situación muy complicada, creo que ahora Macron y su gobierno no tienen ningún margen o posibilidad para reformar el país. Se avecinan momentos de dificultades sociales muy importantes. El 1 de mayo será muy importante, Macron lo tendrá muy difícil para dialogar con la población", analiza Julie Cagé, politóloga francesa.

Esperando al 1 de mayo, día del trabajador, que se anuncia muy movido, este lunes por la noche, se ha organizado una cacerolada en todos los ayuntamientos de Francia a las ocho, coincidiendo con el discurso del presidente.