Largas jornadas laborales, dificultad para descansar… En Japón, donde cada año mueren entre 300 y 400 empleados por exceso de trabajo y agotamiento, el Día del Trabajo tiene una connotación muy especial.
Con nuestro corresponsal en Tokio, Bruno Duval
Las jornadas laborales de estos tokiotas nunca terminan. Pasan una media de diez horas diarias en la oficina y luego, cuando llegan a casa, se espera de ellos que estén disponibles y receptivos. "No tengo vida privada. Casi todas las tardes, los compañeros me llaman porque no encuentran un documento o necesitan información sobre un expediente, etc.", cuenta un trabajador.
"Mi sueño sería poder dejar de pensar en el trabajo hasta el día siguiente, despejarme por completo. Pero es un sueño", dice otro tokiota.
"Contesto a los mensajes de mi jefe, incluso cuando estoy bañando a mi bebé. No tengo más remedio", lamenta una joven madre.
Trabajar mejor después de desconectarse
Incapaz de tolerar semejante cultura corporativa, este ejecutivo decidió abandonar su empresa, una gran compañía japonesa. Ahora trabaja para una compañía estadounidense y cada día está más contento. "
Desde que paso las tardes y los fines de semana desconectado y, por tanto, relajado, trabajo mucho mejor. Soy más productivo, más creativo y estoy mejor concentrado", dice el ejecutivo. “No hay ningún secreto: es porque estoy menos cansado de los nervios”, agrega.
Pero la mayoría de los japoneses no disfrutan de tal privilegio. Esto se debe a que el derecho a desconectar no es de aplicación general en las pequeñas y medianas empresas. Sin embargo, en ellas trabajan más de siete de cada diez empleados.