El domingo 25 de agosto, Hezbolá disparó centenares de cohetes hacia Galilea y los Altos del Golán ocupados por Israel, al tiempo que desplegaba decenas de drones dirigidos contra objetivos situados más al interior del territorio israelí. Esta acción formaba parte de la respuesta del grupo a la muerte de su jefe militar, Fuad Shokor, asesinado en una incursión israelí cerca de Beirut el 30 de julio. En respuesta, el ejército israelí llevó a cabo una operación aérea preventiva en el sur de Líbano, movilizando decenas de aviones y afirmando haber destruido miles de cohetes y plataformas de lanzamiento.

Con Paul Khalifeh, corresponsal de RFI en Beirut

En un discurso televisado el domingo por la noche, el líder de Hezbolá, Hasán Nasralá, dio detalles de la operación y rebatió la versión israelí de los hechos. Hasán Nasralá explicó que el plan inicial de Hezbolá era disparar 300 misiles, y no miles como afirman fuentes israelíes. El objetivo principal era saturar el sistema de defensa israelí Cúpula de Hierro, permitiendo así el paso de drones suicidas hacia su objetivo principal: la sede de la unidad de inteligencia militar 8200 de Israel, situada a 100 kilómetros de la frontera libanesa y a un kilómetro y medio de Tel Aviv. Un objetivo secundario era un emplazamiento de defensa antiaérea situado a 75 kilómetros de la frontera.

Hasán Nasralá declaró que la operación se había desarrollado según lo previsto y negó las acusaciones israelíes de que se habían destruido miles de misiles y plataformas de lanzamiento. También subrayó que el domingo no se había disparado ningún misil balístico de largo alcance y alta precisión, al tiempo que sugería que esta arma, temida por Israel, podría utilizarse en un futuro próximo.

Señales de “desescalada”

A pesar de la intensidad de los intercambios del domingo, el frente libanés-israelí parece avanzar hacia la desescalada. Varios factores sugieren que este estallido de violencia no desencadenará la temida guerra total. A pesar de la potencia de fuego desplegada, Hezbolá ha evitado atacar a civiles israelíes e infraestructuras vitales, prefiriendo objetivos militares, como confirmó Hasán Nasralá en su discurso.

Por su parte, el ejército israelí concentró sus ataques en presuntos objetivos de Hezbolá en los valles y colinas del sur de Líbano, evitando bombardear zonas residenciales. Otro factor fue que, aparte del objetivo cercano a Tel Aviv, Hezbolá limitó sus ataques a regiones relativamente próximas a la frontera, mientras que la aviación israelí no atacó ningún objetivo en profundidad.

Evitar sumir al país en otra guerra

Hasán Nasralá también quiso tranquilizar a los libaneses afirmando que Hezbolá no deseaba un conflicto generalizado con Israel. Esta postura se explica por el temor, ampliamente compartido entre los libaneses, incluidos los partidarios de Hezbolá, a las desastrosas consecuencias de una guerra, sobre todo en el contexto de la grave crisis económica que atraviesa el país y de la incapacidad del Estado para gestionar una situación de conflicto importante.

Hezbolá quiere seguir apoyando a Hamás a través del frente libanés, evitando al mismo tiempo arrastrar al país a otra guerra devastadora. Nasralá cerró prácticamente el capítulo de las represalias el domingo 25 de agosto, afirmando que la vida podía volver a la normalidad en Líbano. También invitó a los que habían abandonado sus hogares por miedo a los bombardeos israelíes, en particular a los residentes de su bastión en los suburbios del sur de Beirut, a volver a casa.