Marsella, segunda ciudad de Francia, nunca había registrado tantos muertes ligados al narcotráfico mientras que los criminales son cada vez más jóvenes, constata una comisión de investigación del Senado francés (cámara alta) dedicada a la lucha contra el narcotráfico. En escasos cuatro meses, lo que ha constatado la comisión es 'escalofriantes', dijo su presidente.
La comisión de investigación del Senado sobre el tráfico de drogas en Francia ha elaborado un primer informe alarmante. "Da vértigo", dice a la prensa el presidente de esta comisión, Jérôme Durain. De visita en Marsella el jueves 7 y el viernes 8 de marzo, donde la guerra entre narcotraficantes dejó 49 muertos el año pasado, tanto él como el vice-presidente de esta comisión se muestran particularmente inquietos por la "extrema violencia" del tráfico de drogas y "las fallas del Estado" para enfrentar este flagelo.
Durante las audiencias celebradas por los senadores, un magistrado de Marsella afirmó que se estaba perdiendo la guerra contra el narcotráfico. Escuchar a los magistrados era como "dar un paseo al borde del abismo", explica Jérome Durain. "Cuando tienes magistrados que te hablan de gangrena, cuando tienes habitantes que te dicen que no pueden volver a casa después de cierta hora de la noche, cuando ves a niños víctimas de homicidios, todo eso da vértigo".
A los senadores de la comisión de investigación les preocupa que el narcotráfico sea cada vez más agresivo y se adapte como una empresa. El fenómeno, además, dista mucho de limitarse a Marsella. Tras haber viajado del Sena-Saint-Denis al Mosa, de Borgoña a Lyon, el ponente, Etienne Blanc, insiste en que el narcotráfico afecta a toda Francia: "Lo que nos ha llamado la atención es que este sistema, antes confinado al sector muy urbano, inunda ahora toda Francia. En Côte-d’Or se allanó un laboratorio en un pueblo", explica.
El ponente y el presidente de la comisión de investigación hablan de una guerra asimétrica contra el narcotráfico. En el informe que presentarán en mayo, pretenden proponer medidas para dotar al Estado de las armas necesarias para contraatacar.
Perdiendo la guerra
"Estamos perdiendo la guerra contra los traficantes en Marsella", alertan los magistrados de la segunda ciudad de Francia, que reclaman medidas contundentes contra los narcos como un régimen carcelario especial y un tribunal específico.
Esta alarmante constatación la pronunció esta semana Isabelle Fort, responsable del servicio sobre crimen organizado de la fiscalía de Marsella, ante la comisión del Senado.
Casi tres cuartas partes de los hechos de violencia están vinculados con la lucha abierta entre los grupos DZ Mafia y Yoda, según Nicolas Bessone, el fiscal de esta ciudad, una de las más pobres de la séptima economía mundial.
"El Estado parece librar una guerra asimétrica" contra el narco y "se encuentra debilitado frente a bandas organizadas muy bien equipadas", subrayó Olivier Leurent, presidente del Tribunal Judicial de Marsella ante el Senado.
Esta violencia rompe familias y sume en el miedo algunos barrios de esta multicultural ciudad de unos 870.000 habitantes."Nuestros barrios están hoy en ruinas", aseguró Katia Yakoubi, del colectivo marsellés "Demasiado joven para morir" que aboga por recuperar el futuro de los jóvenes de estas barriadas a través de la cultura, la educación y los centros sociales.
"No nos rendiremos", dijo a la AFP el jefe de la policía judicial, Christian Sainte, sobre la lucha contra este tráfico en Francia, donde hay cinco millones de consumidores regulares de cannabis y 600.000 de cocaína, según las autoridades.
En esta guerra por el lucrativo negocio de decenas de puntos de venta de droga, que pueden generar hasta 80.000 (87.200 dólares) diarios, apareció una nueva forma de crimen: el "narcohomicidio", en palabras de la exfiscal de Marsella Dominique Laurens.
A inicios de 2023, Laurens expresó en una entrevista con la AFP su temor hacia un agravamiento de la situación, una "mexicanización", aunque el número de muertos no es comparable.
Esta preocupación también está presente en otras naciones de Europa occidental, como Bélgica o Países Bajos, donde las mafias amenazan jueces y políticos, y perpetran asesinatos en serie.