La COP29 continúa en Bakou, Azerbaiyán. Se trata de la gran cita anual para el clima, marcada este año por la victoria de Donald Trump ante la presidencia norteamericana. El multimillonario de 78 años, un escéptico climático confeso, no es lo que se llamaría un ferviente defensor del medioambiente. Una de sus promesas es abandonar el Acuerdo Climático de París, tal como lo hizo durante su primer mandato. Por su parte, China parece más apegada que nunca a este acuerdo. Beijing también se ha convertido en un líder mundial en el despliegue de energía renovable y gasta miles de millones en proyectos de energía verde en países en desarrollo.
De nuestra corresponsal especial permanente en Beijing, Clea Broadhurst
¿La retirada anticipada de Estados Unidos del Acuerdo de París, por un lado, y el compromiso reforzado de China, por el otro, marcan un cambio significativo en la dinámica climática global?
El presidente electo Donald Trump está considerando retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París, repitiendo una movida de su mandato anterior. Esta decisión tiene como objetivo favorecer los combustibles fósiles y flexibilizar las normas medioambientales. Dicha retirada genera preocupación sobre el lugar de Estados Unidos en la lucha climática global y su influencia en las negociaciones climáticas mundiales.
Mientras tanto, China está fortaleciendo su compromiso con el Acuerdo de París y está invirtiendo fuertemente en energías renovables, como la solar y la eólica, fijando objetivos ambiciosos para reducir las emisiones de carbono. En la cumbre COP29 en Bakú, China reafirma su papel de liderazgo en las iniciativas climáticas. Si Estados Unidos se retira, podría reducir su influencia en la política climática, dejando a China a la cabeza de las negociaciones internacionales y redefiniendo el equilibrio de la diplomacia climática global.
China cada vez más involucrada en las energías renovables
China ha implementado energías renovables mucho más rápido de lo que se esperaba hace siete años. Hoy en día, su capacidad de energía eólica y solar cubre casi toda su creciente demanda de energía, lo que podría significar que sus emisiones ya han alcanzado su punto máximo. Las tecnologías verdes se han vuelto cruciales para la economía china. Los funcionarios ahora hablan de paneles solares, vehículos eléctricos y baterías como el "nuevo trío industrial" del país. Beijing también utiliza la diplomacia climática para extender su influencia económica en el exterior, particularmente en los países en desarrollo, y para abrir nuevos mercados para sus fabricantes de energía renovable. Esto es aún más importante frente a los altos aranceles impuestos por Estados Unidos, Europa y otras economías. Al desvincularse de los compromisos climáticos globales, Estados Unidos corre el riesgo de perder las oportunidades económicas que ofrece el crecimiento de la economía verde. Los países que se centran en las energías renovables y el desarrollo sostenible podrían inclinarse más hacia socios comprometidos con la acción climática, en detrimento de Estados Unidos y a favor de China.
¿Cómo puede esto influir en el resto del mundo?
Al permanecer en el Acuerdo de París y aumentar sus inversiones en energía renovable, China se está posicionando como un líder proactivo en el movimiento climático global. Este compromiso fortalece su posición diplomática y muestra al mundo que se toma en serio la lucha contra el cambio climático. Las enormes inversiones de China en vehículos solares, eólicos y eléctricos podrían convertirla en un actor clave en la economía verde. Este liderazgo atrae inversiones y colaboraciones de países que desean alinearse con un socio comprometido. La Unión Europea, tradicionalmente una firme defensora del clima, podría intensificar la cooperación con China para llenar el vacío dejado por Estados Unidos. Juntos, podrían compartir tecnologías, invertir en infraestructura verde y coordinar sus acciones climáticas. La retirada de Estados Unidos y el compromiso de China están remodelando la política climática global. Este cambio podría remodelar las alianzas, las tendencias económicas y el marco mismo de la gobernanza climática global, con implicaciones duraderas para la percepción de cada país.