Cuando se produjeron las inundaciones en Valencia el 29 de octubre, el torrente de agua dejó a su paso una gran cantidad de barro. Este también se filtró a las alcantarillas o fue puesto allí por falta de salida para evacuarlo de las calles y casas, en los días posteriores al desastre. Un mes después, todavía hay consecuencias en la red.
Con nuestra enviada especial a Valencia, Pauline Gleize
Pascual Marín y su hija transfieren el barro de su balde a una bolsa de escombros. Este barro les está haciendo pasar un mal rato. “Tenemos un jardín que tiene una canaleta, pero ya no absorbe nada, se supone que conduce a la red general, pero está bloqueado. Entonces, cuando mis padres, que están arriba, tiran de la cadena, todo se sale. Tienen un fregadero pequeño y parece que funciona, pero en realidad se está acumulando. No podemos limpiar bien porque si tiramos agua no se escurre y se sale todo”.
“Tuvimos que perforar el terreno”
Y este no es un caso único. Aunque la situación está mejorando, según Juan José Ortiz, un profesional sevillano es responsable de exploración: “Indicamos dónde está sucio, dónde está limpio y qué es urgente y dónde hay que actuar. Y en base a eso, vienen con camiones de limpieza de alcantarillado”, indicó.
En otro pueblo, Fernando Monti está trabajando en una tapa de alcantarilla y en un agujero en la losa de un edificio: “Tuvimos que perforar el suelo porque además del barro, había trapos y estaba muy lleno” dice.
El arduo trabajo de desatascar las alcantarillas es fundamental. Si el agua no puede drenar, las fuertes lluvias podrían provocar más inundaciones.