En entrevista con RFI la médica Diana Cascán alerta desde Porto Alegre sobre la necesidad de rescatar a numerosas personas que siguen atrapadas por las inundaciones que afectan a esa ciudad y a centenares de otras localidades en el sur de Brasil, país que está viviendo la peor catástrofe climática en la región.
 

Según el último balance de Defensa Civil, la tragedia dejó 85 muertos, 339 heridos y 134 desaparecidos. Hay una creciente preocupación por el abastecimiento de agua y alimentos, si bien la prioridad es rescatar a muchas personas que siguen incomunicadas.

"Lo que más se necesita en este momento es rescatar a las personas. Porque solo se puede llegar a ciertos lugares por vía aérea o acuática, pues las vías terrestres están bloqueadas. La subida del río fue de unos cinco metros, incluso más. Todavía hay personas que se han refugiado en los techos de sus casas y necesitan ser rescatados. Muchos no pueden salir de sus apartamentos. Hay barrios que están sin energía eléctrica y sin agua", dice a RFI la médica intensivista paraguaya Diana Cascán desde Porto Alegre.

"Es muy difícil llevar los insumos necesarios a los damnificados porque, repito, no hay vías terrestres para hacerlo. Solo es posible por vía aérea. En ciertos lugares hay que bajarse en el aeropuerto de Florianópolis porque el aeropuerto de la ciudad de Porto Alegre está cerrado a causa de las inundaciones", agrega Diana Cascán.

Se estima que unas 153.000 personas en el sur de Brasil han abandonado sus casas debido a las inundaciones provocadas por el desbordamiento de ríos en el estado de Rio Grande do Sul. En Porto Alegre, la capital del estado, numerosos sectores continúan sumergidos.

La catástrofe multiplica las escenas de desesperación. Cientos de habitantes de esta ciudad de 1,4 millones se han volcado en ayudar a personas atrapadas en sus casas, en algunos casos desde hace días.

"Hay varias ciudades que están sin comunicación. No es posible comunicarse vía telefónica. Pero no sabemos cuántas. Por ejemplo, yo soy de nacionalidad paraguaya y nuestro Consulado está intentando llegar a varios hospitales para poder saber si tenemos víctimas o personas que necesitan ayuda o están internadas", explica.

La falta de agua es particularmente apremiante, dice también la médica paraguaya. "Necesitamos insumos de agua. El agua se está acabando, prácticamente no hay agua para beber. También hay un síndrome psicológico, la gente está llegando en pánico. Son en su mayoría gente de edad, pacientes hipertensos y diabéticos, muchos se quedaron sin su insulina. Es posible que haya niños con neumonías y muchas más enfermedades. Aunque yo me dedico a la terapia intensiva, ayer estuvimos ayudando en albergues. Lo que más vimos fueron niños que están sin sus familias porque fueron rescatados por personas en lugares diferentes. Hay mucha gente que no tiene contacto con su familia porque se encuentran en albergues diferentes, sin documentos. Tenemos pacientes que necesitan diálisis pues padecen de insuficiencia renal. Y, al mismo tiempo, las aguas están infectadas. Tuvimos que transferirles a otros hospitales situados en zonas más altas donde teníamos todavía seguridad de que el agua no estaba infectada. Otro problema es el consumo de agua. Hay enfermedades como la leptospirosis que pueden originarse por el consumo de agua contaminada [ por la bacteria Leptospira que se encuentra en la orina de animales infectados, como roedores y animales domésticos] . Esto es algo que nunca había vivido. Yo al menos tengo 18 años de actividad profesional como médica y nunca había vivido esto", concluye.

La tragedia golpeó unas 385 ciudades y poblados de Rio Grande do Sul, una extensa región agropecuaria con una población de 11 millones.