El lunes 2 de octubre, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas dio luz verde al envío a Haití de una fuerza multinacional dirigida por Kenia para ayudar a la policía, desbordada por las bandas, una misión que Puerto Príncipe reclama desde hace un año.

Con nuestras corresponsales Carrie Nooten, en Nueva York, Marie André Bélange, en Puerto Príncipe, y Gaëlle Laleix, en Nairobi

Según la resolución adoptada el lunes por 13 votos a favor y dos abstenciones (China y Rusia) tras difíciles negociaciones, esta "misión multinacional de apoyo a la seguridad", ajena a la ONU, se establecerá por "un periodo inicial de 12 meses", con una revisión al cabo de nueve.

"Importancia histórica"

Su objetivo es "proporcionar apoyo operativo a la policía haitiana" en su lucha contra las bandas y en la seguridad de escuelas, puertos, hospitales y aeropuertos. Se buscará así mejorar la seguridad lo suficiente como para organizar elecciones, en un momento en el que no se celebran comicios desde 2016 y se cometieron 2.800 asesinatos entre octubre y junio de este año.

La misión estará bien coordinada por Kenia, que ya ha prometido 1.000 de sus policías -aunque su parlamento aún tiene que validarlo-. Los policías extranjeros formarán a sus homólogos haitianos y ayudarán a asegurar los puntos clave de la isla para que pueda reanudarse la vida cotidiana. El Consejo les ha autorizado a utilizar "medidas de urgencia", entre ellas "efectuar detenciones".

Jean-Victor Génus, ministro de Asuntos Exteriores de Haití, acogió con satisfacción la decisión: "Es un rayo de esperanza para el pueblo que sufre desde hace demasiado tiempo las consecuencias de una situación política, socioeconómica, de seguridad y humanitaria difícil. Los miembros del Consejo de Seguridad han tomado hoy una decisión a la altura de los desafíos. La resolución aprobada hoy tiene una importancia histórica", expresó.

El jefe de la diplomacia haitiana espera que otros países ofrezcan su contribución. Además de la policía keniana, Jamaica, Bahamas, Barbados y Antigua ya se han ofrecido a aportar hombres. Estados Unidos ha prometido 100 millones de dólares para la fuerza. China y Rusia se abstuvieron de votar a favor de la resolución: Pekín cree que esta fuerza no será suficiente sin una solución política a la crisis. Moscú, por su parte, cree que la decisión se ha tomado con demasiada precipitación y carece de perspicacia.

Entre rayo de esperanza y admisión de un fracaso

Estos dos miembros permanentes alargaron las negociaciones, pero al final no impidieron la creación de esta fuerza. Dada la alarmante situación de Haití, no querían provocar la ira del resto de la comunidad internacional. Sobre todo, China presionó al Consejo para que declarara un embargo total de armas ligeras. Era una forma de señalar con el dedo a Estados Unidos, ya que la mayor parte del tráfico de armas tiene su origen en este país.

La resolución no especifica la composición de la misión, señalando que el calendario de despliegue y el número de efectivos serán elaborados por los futuros participantes con el gobierno haitiano. Sin embargo, en los últimos meses se ha mencionado a menudo la cifra de 2.000 efectivos policiales.

En Haití, esta votación era muy esperada por una parte de la población. "Es un rayo de esperanza", dijo un joven de Puerto Príncipe a nuestra corresponsal Marie André Bélange, "pero aún queda lo más difícil, la coordinación sobre el terreno: hay que encontrar la manera de que esta fuerza trabaje conjuntamente con las fuerzas de seguridad de Haití".

Para otros, como este abogado, el regreso de una fuerza internacional a Haití seis años después de la partida de la última misión de la ONU, Minusta, es una vergüenza. Demuestra que los dirigentes del país no han sabido dirigirlo en la buena dirección. "El regreso de una fuerza es una decepción para la población. Una población que había luchado recientemente para conseguir la salida de las fuerzas de la Minusta, que habían traído consigo el cólera y numerosas violaciones de los derechos humanos. Soportamos este regreso, pero no lo aceptamos", afirma.

Kenia liderará la fuerza internacional

Desde hace casi un año, el secretario general de la ONU y el primer ministro haitiano Ariel Henry piden el envío de una misión de apoyo policial a Haití. Pero a la comunidad internacional, escaldada por experiencias pasadas en el país y por los riesgos de quedar atrapada en un atolladero mortal, le ha resultado difícil encontrar un voluntario que asumiera el liderazgo. Hasta finales de julio, cuando Kenia anunció por fin que estaba dispuesta a liderar esta fuerza ajena a la ONU y desplegar 1.000 hombres en el pobre país caribeño.

"Una vez que el Consejo de Seguridad haya tomado su decisión, Kenia estará preparada", declaró la semana pasada el ministro de Defensa keniano, Aden Duale, durante la firma de un acuerdo de defensa con Estados Unidos.

Ese día, de visita en Nairobi, el secretario de Estado de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, prometió unos 100 millones de dólares en apoyo a la intervención de Kenia en Haití. "Dinero que ni siquiera irá a la policía, a pesar de que se les envía a Haití para limpiar el trabajo sucio de Estados Unidos y Francia", escribía Ekuru Augot, excandidato a las elecciones presidenciales de 2017, en un artículo publicado el jueves en The Star.

Esta diplomacia es objeto de debate en el país. Algunos, como Ekuru Augot, creen que el despliegue es inconstitucional. Otros creen que Kenia no saldrá bien de ella. "Nuestros policías tienen un grave historial de violaciones de los derechos humanos y corrupción", explica Martin Mavenjina, de la Comisión Keniata de Derechos Humanos. Según el Ministerio de Asuntos Exteriores, los policías keniatas pueden ser desplegados en Haití como muy tarde en enero.