El sábado 8 de febrero, Google Maps celebró el vigésimo aniversario de su lanzamiento en Norteamérica. Este aniversario llega en un momento en que este sitio, que ha cambiado nuestra relación con el mundo, se enfrenta a un nuevo caso de toponimia a raíz de las primeras decisiones de Donald Trump.
A finales de enero, a través de la red social X, el gigante Google anunció que iba a cumplir los primeros decretos firmados por Donald Trump. Nada más regresar a la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos decidió cambiar el nombre del monte Denali, el pico más alto del continente norteamericano, para volver a llamarlo Alaska, y rebautizar el Golfo de México -no muy lejos de su residencia en Mar-a-Lago- como “Golfo de América”.
No tiene nada de anecdótico, ya que tanto “Denali” como “México” son palabras de origen precolombino, mientras que “América” deriva del nombre del navegante florentino Américo Vespucio, y la cumbre más alta del país retoma de paso el nombre de un expresidente de origen británico, William McKinley, revirtiendo una decisión tomada en 2015 por Barack Obama, para consternación de las poblaciones indígenas.
Pronto, cuando se actualice el Sistema de Información de Nombres Geográficos (Gnis), las personas que se conecten a Google Maps desde el territorio del país más poderoso del mundo, o a través de una VPN, verán por tanto el nuevo nombre geográfico oficial del Gobierno unido a estos lugares. Pero esto sólo ocurrirá en Estados Unidos, y desde luego no en el vecino México ni en el resto del mundo.
En concreto, la compañía con sede en Sillicon Valley ha explicado que los internautas de México, seguirán viendo el nombre “Golfo de México” en Google Maps, mientras que los de fuera de los dos países verán “los dos nombres yuxtapuestos”. No se trata ni mucho menos de un caso aislado, como señaló The Washington Post en 2020.
Un tema cada vez más sensible
La denominación de los lugares, al igual que el trazado de los mapas, es una consideración eminentemente política, sobre todo en relación con las disputas territoriales. Alaska, tierra de pueblos indígenas, también fue comprada a Rusia en 1867. Y al otro lado del continente, Claudia Sheinbaum, Presidenta de México, no tardó en reaccionar a la decisión de su homólogo, sugiriendo incluso que Estados Unidos debería llamarse “América Mexicana”, basándose en un mapa que data del siglo XVII, antes de que se fundara el país.
En el pasado, Google Maps ha intentado encontrar el método adecuado, el término medio. Tanto es así que, a lo largo de sus veinte años de existencia, el sitio se ha convertido en un experto en hacer malabarismos con la toponimia y la cartografía. Ya en 2011, RFI informó de que había borrado el nombre de “Plaza Verde” en la capital libia y lo había sustituido por “Plaza de los Mártires” en Trípoli. Pero Muamar Gadafi seguía vivo. Por aquel entonces, Sudán del Sur acababa de ser reconocido por la ONU, pero aún no aparecía en Google Maps.
En 2016, a medida que los teléfonos inteligentes y otras aplicaciones se extendían por todo el mundo, la empresa se encontró en el punto de mira del gobierno de la India, el segundo país más poblado del mundo. El Gobierno lanzó un proyecto de ley para imponer controles estrictos -so pena de multas o incluso penas de cárcel- a las representaciones del país en todas las herramientas de cartografía en línea, incluida Google Maps, la más utilizada.
Para el gigante californiano y sus similares, esto significaba adaptarse a las sensibilidades de Nueva Delhi sobre las disputas territoriales con China y Pakistán en relación con Cachemira, reclamada por Islamabad, y Arunachal Pradesh, que Pekín quería convertir en un Estado independiente. Al mismo tiempo, los otros dos gigantes asiáticos cartografiaban a sus vecinos sin estas regiones donde se concentran las tensiones.
Google Maps y el conflicto de Oriente Medio
También en 2016, la compañía estadounidense se encontró en medio de una auténtica tormenta mediática en las redes sociales, sobre todo en el mundo árabe-musulmán, cuando un sindicato de periodistas palestinos señaló que la palabra “Palestina” o la denominación “Territorios Palestinos” no aparecían en sus mapas, como tampoco lo hacían, en ese preciso momento, las palabras “Gaza” o “Cisjordania”.
Se indicaban las ciudades palestinas, y las fronteras de 1967 se trazaban en líneas de puntos, como sigue siendo el caso, por ejemplo, fuera de Marruecos para el Sáhara Occidental -que, por su parte, sigue teniendo derecho a su nombre en la herramienta, dependiendo de la ubicación, por supuesto. En cuanto a la desaparición de las palabras “Gaza” y “Cisjordania”, la empresa alegó un desperfecto técnico. Pero a día de hoy, “Territorios Palestinos” sigue sin aparecer.
En 2017, el conflicto palestino-israelí siguió dictando la agenda de Google Maps, y las ONG de ambos bandos mantuvieron un recuento de los pueblos de Cisjordania no mencionados o incluso “borrados del mapa”. La organización Avaaz lanzó incluso una campaña dirigida al gigante de Silicon Valley, “#showthewall”, para que se representara el muro de separación.