Los diputados de la coalición de izquierda y de ultraderecha se aprestan a sumar sus votos en una moción de censura que, a menos de que haya una sorpresa, tumbará el gobierno del primer ministro. El presidente Emmanuel Macron, quien no se ve afectado directamente por el iniciativa opositora, intenta tranquilizar a los mercados por la incertidumbre que espera a la segunda economía de Europa.

A menos de 100 de haber llegado al Gobierno, el primer ministro conservador Miches Barnier se prepara a caer junto su gabinete en las próximas horas. Este miércoles, Barnier debe enfrentar dos mociones de censura en la Asamblea Nacional (cámara baja) que se debatirán a partir de las 16H00 y que para prosperar necesitan el apoyo de al menos 288 diputados. Los grupos opositores que las promueven suman alrededor de 330.

Las dos mociones se presentaron el lunes a raíz de que el primer ministro recurriera al artículo 49.3 de la Constitución para aprobar sin votación el proyecto de ley de financiación de la Seguridad Social. Este recurso requiere que el Gobierno se someta a una moción de confianza. Pese a varias concesiones obtenidas, Marine Le Pen condicionó su apoyo que el Gobierno diera marcha a atrás a retrasar parte de la revalorización de las pensiones de enero a julio, en vano.

Por su parte, la izquierda reunida en el Nuevo Frente Popular (NFP), criticó al Gobierno por seguir una política “sancionada por las urnas” y buscará su caída.

Barnier, de 73 años, apeló a la "responsabilidad" de los diputados para que no tumben al Gobierno, en un momento económico tenso con la prima de riesgo de Francia codeándose con la de Grecia.

En cuanto al presidente Emmanuel Macron, que no se ve directamente afectado por la moción de censura, llamó desde Arabia Saudita, en donde se encuentra en visita oficial, a la responsabilidad de los diputados. "El interés del país es más importante que el interés de los partidos", dijo, aunque intentó tranquilizar a los mercados, asegurando que Francia tiene una "economía fuerte".

Después de la caída

De caer, como se espera, el Gobierno de Barnier, se abren distintos escenarios. Macron, quien no puede convocar a nuevas elecciones legislativas hasta mediados de 2025, deberá encontrar un nuevo primer ministro que no sea tumbado por los diputados. Y esto en un país divido en tres bloques irreconciliables: una coalición dominada por la izquierda radical, la centroderecha y la extrema derecha.

El NFP (coalición de socialistas, comunistas, ecologistas e izquierda radical) llegó en las elecciones anticipadas de este año en primer lugar, pero sin mayoría.  Casi dos meses después, Macron nombró primer ministro al exnegociador europeo del Brexit, en nombre de la "estabilidad". Ahora, cada uno de estos bloques intentará imponerse en una ecuación extremadamente difícil de resolver, capaz de obtener una confianza por parte de la mayoría de los diputados.

Aislado, el partido La Francia Insumisa dirigido por Jean-Luc Mélenchon exige mientras la renuncia del presidente Macron, quien tiene previsto permanecer en el poder hasta el final de su mandato en 2027.