Este martes, miles de franceses vuelven a las calles para rechazar la Reforma de Pensiones, impulsada por Emmanuel Macron. El ministerio del Interior ha reforzado los equipos policiales para hacer frente a la creciente violencia.

“Emmanuel Macron, cara de imbécil, te vamos a buscar a tu casa” – ha sido la consigna estrella de las protestas de calle durante los últimos meses en Francia. La que acompaña a millones de manifestantes en su rechazo a la Reforma de Pensiones que plantea retrasar la edad de retiro de 62 a 64 años.

El pasado jueves 23 de marzo, el saldo de la novena jornada de protestas fue pesado: 457 detenidos, 441 policías heridos, más de 200 incendios y un sinnúmero de destrozos y saqueos. Todavía está fresca en la memoria la imagen apocalíptica de la puerta del ayuntamiento de Burdeos, ardiendo en llamas que alcanzaron hasta seis metros de alto. Amén del video que se hizo viral en toda Francia en el que un policía de París recibe una piedra en la cabeza que lo desmaya inmediatamente.

Ante este escenario, el gobierno teme una radicalización mucho más intensa para este martes durante la décima jornada de huelga y protestas de calle contra la reforma.

El ministro del Interior, Gérald Darmanin, anunció un "dispositivo de seguridad inédito" de 13.000 agentes en todo el país y advirtió de la presencia en París de "más de 1.000 radicales, algunos desde el extranjero”.

Las autoridades esperan una masa de 650.000 a 900.000 manifestantes y alertan que la presencia de los jóvenes podría duplicarse o triplicarse, vista la reciente implicación de los estudiantes universitarios – e incluso alumnos de secundaria – en las protestas.

El descontento adquiere múltiples formas desde hace semanas: miles de toneladas de basura acumuladas en las calles de París, bloqueos de depósitos y refinerías que dejaron a un 15% de gasolineras sin combustible, entre otros.

Este martes, el transporte público de París y el servicio de trenes nacional reducen su servicio, y casi un tercio de los maestros de primaria, según los sindicatos, se declararon en huelga.

Poner en pausa la reforma: ¿una salida a la crisis?

En este contexto de creciente tensión, el secretario general de la CFDT, Laurent Berger, ha propuesto “poner en pausa” por seis meses la promulgación de la Reforma de Pensiones, para entrar en una fase de diálogo y calmar la situación. “Necesitamos un paso muy fuerte del gobierno en el tema de las pensiones. Necesitamos que diga: 'No se aplicarán los 64 años'", dijo el lunes Laurent Berger, líder del sindicato CFDT, refiriéndose al retraso de la edad de jubilación de 62 a 64 años.

Las centrales sindicales, unidas por primera vez desde 2010 y con un gran poder en Francia, piden que se retire esta reforma que retrasa la edad de jubilación para 2030 y adelanta a 2027 la exigencia de cotizar 43 años (y no 42) para cobrar una pensión completa.

Por ahora, Macron ha declarado estar “a disposición de los sindicatos” pero una eventual cita entre ambas partes no tiene aún ni hora ni fecha. Este lunes, el mandatario recibió en el Palacio del Elíseo a la primera ministra, Elisabeth Borne, así a como diputados de la bancada oficialista en el Parlamento, para intentar encontrar soluciones a la crisis. Ninguna decisión fue anunciada.

Por ahora, el texto de la polémica Reforma de Jubilaciones se encuentra bajo evaluación del Consejo Constitucional que se tardará aproximadamente tres semanas en decidir si se trata de una ley inconstitucional, tal como acusan los diputados de oposición.