Los finlandeses son solidarios con el pueblo ucraniano. El país facilita su integración, entre otras cosas, mediante el empleo, que también es una forma de que Finlandia resuelva, en parte, la escasez de personal en el sector de los servicios.

Por Ariane Gaffuri

No es casualidad que Finlandia haya abierto sus puertas de par en par a los refugiados ucranianos desde el comienzo de la ofensiva rusa. Finlandia comparte al este una frontera de 1.300 kilómetros con Rusia. Por tanto, tiene un vecino común y también sufrió la invasión rusa durante la Guerra de Invierno en la Segunda Guerra Mundial.

"Vengo de Rubierjne, en la región de Luhansk, al este de Ucrania. Fuimos invadidos por los rusos. Para escapar de la guerra, tomamos la ruta de evacuación, como muchos ucranianos. Era eso o morir", dice Karina Lavrignenka, treintañera, que llegó a Finlandia el año pasado con su marido. Ambos eligieron Finlandia por su cálida acogida y la belleza de sus bosques y lagos. Ella es alta, morena, luchadora y una fuerza de la naturaleza. "Nos pusimos en contacto con los servicios sociales finlandeses a través de Facebook antes de venir. Nos alojamos con una familia durante cinco meses. Nos ayudaron con los trámites administrativos, a encontrar alojamiento y un trabajo. Limpiamos casas en una escuela para Sol y en una empresa de servicios de limpieza", relata a RFI.

Integración a través del trabajo

Karina Lavrigneka era abogada en Ucrania. No poder trabajar en su especialidad es un reto para ella. “Prefiero trabajar, sea en el campo que sea, para no tener que depender de la ayuda del gobierno y no hacer nada. Así soy yo. Dos pueden lograrlo. Tenemos que hacerlo, porque queremos quedarnos aquí. Y confío en que, poco a poco, las cosas se encaminarán", espera.

En Sol, la principal empresa de servicios de limpieza de Finlandia, Karina Lavrignenka gana el salario mínimo y disfruta de los mismos derechos que los trabajadores finlandeses. "Todos los trabajadores, vengan de donde vengan, y no sólo los ucranianos, tienen los mismos derechos que los finlandeses. Yo vengo de Kosovo. Al principio, conseguí trabajo como limpiadora. De eso hace once años. Fui ascendiendo. No llegué en las mismas circunstancias que los ucranianos. Para ellos es más difícil que para mí, pero los entiendo. Me solidarizo con lo que están pasando. Mi trabajo es darles directrices, supervisarles, pero también asegurarme de que tengan los mismos derechos que los demás aquí", explica Hekuran Jashari, su supervisor.

Finlandia ha concedido permisos de residencia a 48.000 ucranianos en virtud del régimen de protección temporal, 33.000 de los cuales están en edad de trabajar y más de 5.200 ya han encontrado un empleo.

Aprender finés para integrarse y progresar

"Los ucranianos tienen un buen nivel educativo. Suelen tener diplomas y experiencia profesional. Hay médicos e ingenieros, pero también agricultores y muchas mujeres que trabajan en peluquería o cuidados de belleza", dice Susanna Piepponen, asesora del Ministerio de Economía y Empleo en Helsinki. “Tenemos escasez de mano de obra, por ejemplo, en el sector médico o en la atención a la maternidad", prosigue. “Pero para estos trabajos hay que saber comunicarse en finés o sueco, nuestra segunda lengua oficial. Por eso pedimos a los extranjeros que sigan cursos obligatorios de finés durante un año, en los que también se les enseñan los fundamentos de la sociedad finlandesa. Un año para aprender finés no es suficiente, pero así podrán practicar el idioma en el lugar de trabajo. Muchos de ellos quieren quedarse en el país y, si hablan finés, podrán integrarse más fácilmente", concluye Susanne Piepponen.

La agencia Sol emplea actualmente a 14.000 personas de todo el mundo. Recientemente, la empresa finlandesa ha contratado a una treintena de ucranianos. Para mantener a los nuevos contratados, la empresa les ha proporcionado alojamiento y muebles. Si los refugiados lo desean, la empresa incluso les ayuda a traer a sus familias. Es fácil contratar a trabajadores ucranianos porque, al estar bajo protección temporal, obtienen enseguida un permiso de trabajo", señala Johanna Friman, responsable de contratación de SOL. “En cambio, los inmigrantes no europeos tardan mucho más. En limpieza, saber finés no es imprescindible para empezar a trabajar, y tenemos supervisores que hablan ruso”.

"Un amigo nos recomendó Helsinki"

Esta ayuda es inestimable para Natalia Tsyba, que no habla ni finés ni inglés. Como muchos ucranianos, Natalia Tsyba habla ruso. Esta tímida mujer trabajaba como asistente en un centro para discapacitados físicos en Ucrania. A los 66 años, lo dejó todo a toda prisa. "Vivíamos en Pavlograd, en el centro-este de Ucrania. El ejército ruso no vino a por nosotros, pero había bombardeos cerca y estábamos muy asustados. Como el tren funcionaba, lo tomamos hasta Varsovia y de Varsovia volamos a Helsinki. Un amigo nos recomendó Helsinki. Nos dijo que la situación política era pacífica, que no había conflictos. Lo organizó todo por teléfono. Así que vine aquí con mi hija, mi nieto y yo", recuerda Natalia Tsyba. Una vez en Finlandia, Natalia Tsiba, que se dedica a las tareas domésticas – "no es un trabajo difícil, pero el sueldo es muy bajo"-, cuenta que recibió ayuda de voluntarios finlandeses para encontrar alojamiento y trabajo.

Pero adaptarse a la vida en Finlandia no es fácil, admite Natalia Tsiba, que está lejos de todos sus lugares de referencia. "Mi nieto, que tiene 13 años, quiere quedarse en Finlandia. Me dice que quiere volver a Ucrania para las vacaciones, quiere quedarse aquí para ser futbolista. Sus padres decidirán, pero yo me vuelvo a Ucrania".

No obstante, Natalia está agradecida por la acogida que ha recibido en Helsinki. "Me gusta todo de Finlandia. Los finlandeses son acogedores. Son realmente muy generosos. El problema es que mi familia y mi casa están allí", dice con la voz entrecortada. "Lo único que quiero es que acabe la guerra y poder volver a casa. Volver a Ucrania, sí, pero ya se le saltan las lágrimas al pensar que tendrá que dejar atrás a su nieto y a su hija.