El viernes 6 de diciembre, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan expresó su deseo de que el avance rebelde en Siria “continúe sin incidentes”. Turquía, actor principal en el conflicto sirio y partidario de la oposición armada desde el principio, ha dado su aprobación tácita a la vasta ofensiva contra Bashar al Asad actualmente en curso hacia Homs, tras la caída de Alepo y Hama en los últimos días.
Son palabras de gran calado para el líder de un país que oficialmente ha dejado de pedir la caída del régimen sirio y niega cualquier implicación en la actual ofensiva, explica nuestra corresponsal en Estambul, Anne Andlauer. Sin embargo, Recep Tayyip Erdogan ha declarado su apoyo al avance de los rebeldes hacia Homs y Damasco.
“Nuestro deseo es que este avance de la oposición en Siria continúe sin incidentes. Les recuerdo que hicimos un llamado a Assad. Le dije: 'Ven, reunámonos y determinemos juntos el futuro de Siria'. Desgraciadamente, Assad no respondió positivamente”, explicó el Presidente turco.
Una apuesta no exenta de riesgos
Desde hace unos dos años, el Presidente turco intenta reconciliarse con Bashar al-Asad, con dos objetivos: eliminar a las fuerzas kurdas de las fronteras turcas y devolver a su país a la mayoría de los tres millones de refugiados sirios. La ofensiva rebelde, a la que Ankara -con toda probabilidad- ha dado luz verde, se considera un medio de presionar al régimen sirio y a sus patrocinadores rusos e iraníes.
Pero esta apuesta no está exenta de riesgos. Porque no hay garantía de que Bashar al-Asad -si conserva el poder- esté más dispuesto a hablar con Turquía. Si intenta recuperar los territorios que ha perdido, podría empujar hacia la frontera el flujo de refugiados que tanto teme Ankara.
En menos de una semana, esta ofensiva en varias ciudades clave asestó un duro revés al gobierno del presidente sirio, que intenta frenar su rápido avance.