Un llamado a la huelga general fue lanzado este 24 de enero en Serbia, casi tres meses después del fatal derrumbe de la marquesina de la estación de Novi Sad, que los manifestantes atribuyen a la corrupción y el nepotismo que caracterizan al régimen populista de Aleksandar Vučić. Tras semanas de bloqueos universitarios y manifestaciones multitudinarias, el movimiento intenta movilizar a toda la población para obligar al Gobierno a dimitir.
Con el corresponsal de RFI en Belgrado, Laurent Rouy
El llamado a parar hoy el trabajo y a boicotear los comercios e instituciones que permanezcan abiertos es, sobre todo, un intento de movilizar a la mayoría de la población.
El movimiento, muy popular, cuenta con el apoyo de los estudiantes, que bloquean dos tercios de las universidades del país. Exigen justicia por el accidente de Novi Sad, en el que murieron 15 personas el 1 de noviembre, además de la dimisión del Gobierno.
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Sin embargo, no tienen fuerza suficiente para forzar la mano del presidente Aleksandar Vučić. Éste se niega obstinadamente a la menor concesión.
Contexto muy polarizado
En estas condiciones, los manifestantes intentan reforzar su base. Su estrategia consiste en cambiar el apoyo público por una participación mucho más activa, que pueda contribuir en la lucha contra el poder político.
La huelga está muy seguida en el ámbito educativo y cultural, y entre los abogados. Muchas pequeñas empresas se suman, pero no el sector público, donde parece que se ejercen presiones para impedir que los funcionarios se manifiesten.
En este contexto tan polarizado, el partido del presidente organiza una contramanifestación de alcance incierto en una ciudad de provincias, mientras que las protestas del movimiento anticorrupción tienen lugar en todo el país.