La administración Trump ha anunciado el inicio de su política de deportación masiva de inmigrantes. Esta fue una de las principales promesas de campaña del nuevo presidente estadounidense. Este 23 de enero, tres días después de su toma de posesión, la policía antiinmigración ICE lanzó sus primeras redadas contra indocumentados.
Con el corresponsal de RFI en Miami, David Thomson
Las primeras redadas antiinmigración fueron lanzadas de madrugada en Boston y Chicago por unidades de élite del ICE, la temida policía antiinmigración. La elección de estas dos ciudades no es casual, ya que se trata de “ciudades santuario”, es decir, ayuntamientos demócratas que se niegan a colaborar con la policía federal en su caza de inmigrantes, a los que pretende encontrar en sus lugares de trabajo, escuelas e iglesias.
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“Sería inaceptable y reprensible”, afirmó el alcalde de Chicago, Brandon Johnson, que se niega a dejarse intimidar. Frente a él, Tom Homan, el hombre al que Donald Trump ha nombrado “zar de las fronteras”, ha amenazado con demandar al alcalde si le impide llevar a cabo estas deportaciones masivas.
Doble golpe
En cualquier caso, estas primeras redadas aún no se dirigen contra familias, sino solo contra individuos condenados y buscados por graves actos de violencia. La administración Trump asesta así un doble golpe al enfocarse en bastiones demócratas proinmigración y detener a indocumentados convictos, para demostrar que esta política antiinmigración tiene como principal objetivo garantizar la seguridad de los ciudadanos estadounidenses.
Cerca de 538 inmigrantes ilegales fueron arrestados y cientos fueron deportados en esta operación masiva, anunció la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt: “La Administración Trump ha arrestado a 538 inmigrantes ilegales criminales”, dijo en un mensaje publicado en X el jueves por la noche, añadiendo que “cientos” habían sido deportados en aviones militares.
“Ningún inmigrante está ahora seguro”
Jorge Mario Cabrera, el portavoz de CHIRLA (Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes), habló a RFI de la Ley Laken Riley: “Esta propuesta de ley que ya ha sido aprobada, aunque no ha sido firmada aún por el presidente Trump, busca básicamente expandir el número de personas que puedan ser deportables, aun cuando solamente han sido acusadas de delitos menores como robar un dulce en una tienda o estar en una pelea”.
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“Estamos en un momento de transición, pero lo que sí hace esta ley ya, es enviar un mensaje muy, muy helado, muy frío, muy congelador, de que ningún inmigrante en Estados Unidos está ahora seguro, aun cuando tenga papeles”, enfatizó.