RFI entrevistó a Ksenia Bolchakova, co-autora de un documental que difunde ARTE sobre la invasión rusa de Ucrania con testimonios de víctimas y verdugos. 'Los rusos llegan a una ciudad, instalan prisiones y cámaras de tortura, someten a la población a la voluntad de Rusia', explica la periodista. Es lo que las autoras llaman 'el proyecto ruso'. Entrevista de Nathalie Amar.
 

RFI. Ksenia Bolchakova, usted es periodista, ganadora del prestigioso premio de periodismo francés Albert Londres por un documental sobre el poderoso grupo paramilitar ruso Wagner. Quisiéramos preguntarle sobre su último documental para la agencia CAPA titulado “Ucrania, tras las huellas de los verdugos”. Usted evoca un proyecto planeado por Vladimir Putin para destruir la nación ucraniana. Tras meses de investigación, ¿qué pruebas tienes para hacer tal afirmación?

Con Manon, después del tiempo que pasamos investigando, nos dimos cuenta de que existía lo que llamamos “el proyecto ruso”. Éste consistía no sólo en planificar una ocupación, sino también en planificar los métodos para llevar a cabo esa ocupación. En particular, cómo iban a rusificarse los territorios ucranianos conquistados. También pudimos documentar una serie de métodos utilizados por los militares rusos, por los hombres del FSB (la principal agencia de seguridad y contrainteligencia de Rusia) y por los colaboradores del ejército ruso.

RFI. ¿En qué consistían esos métodos?

Básicamente, en torturar y secuestrar a civiles ucranianos. Después se habló mucho de las ejecuciones sumarias que tuvieron lugar en la región de Kiev y, en general, en todo el territorio ucraniano. Lo que pudimos ver y documentar fueron, sobre todo, esos métodos de ocupación. Los rusos llegan a una ciudad, instalan prisiones y cámaras de tortura, someten a la población a la voluntad de Rusia.

RFI. En el documental se habla de una lista de personas para eliminar. Ustedes muestran una que concierne Jersón, al sur. En ella había una lista de 72 personas que estaban en el punto de mira de las autoridades rusas cuando entraron. ¿Cómo la obtuvieron?

Al principio, Manon y yo pensábamos que estas listas no eran reales, sino una especie de leyenda urbana, esas historias de las que todo el mundo habla. Los ucranianos decían que los rusos llegaban con listas de personas que iban a ser detenidas, torturadas y fusiladas. Durante varios meses buscamos esas listas. Al final, una de nuestras fuentes nos dio una que se refería a la ciudad de Kherson. Y lo interesante de esa lista era que había sido escrita por un colaborador ruso de nacionalidad ucraniana. Era un ex diputado que se había puesto del lado de los rusos a partir de 2014, cuando comenzaron los primeros ruidos de guerra en el Donbass, cuando se produjeron los primeros combates entre los separatistas y las fuerzas pro-ucranianas. Este colaborador escribió una lista con 72 nombres. Era una lista escrita antes de que comenzara la invasión rusa. Esto ilustra la planificación y la premeditación. El colaborador se la dio a las autoridades rusas y a las fuerzas de ocupación. En esa lista había políticos pro-ucranianos, periodistas, activistas, defensores de los derechos humanos, eran perfiles muy diferentes, pero que estaban en el punto de mira de los rusos y que, en su mayoría, fueron detenidos y encarcelados. Algunos desaparecieron, no se tiene noticia de ellos, y otros murieron.

RFI. Hablemos ahora de un testigo con el que ustedes se encuentran en Bucha, al comienzo del documental. Se trata de Alexander Konovalov, quien perdió a su hermano. Él le mostró las balizas GPS de los soldados rusos, que recuperó de entre los escombros de la ciudad. Esas balizas muestran que estos soldados estaban posicionados en Bielorrusia semanas antes del 24 de febrero de 2022, en el mismo momento en que Putin decía “no, en absoluto, no hay ningún plan para invadir Ucrania”, etc. ¿Es esto también parte de las pruebas recogidas?

Sí, eso forma parte de las pruebas. En aquella época se celebraron los famosos entrenamientos y ejercicios militares conjuntos entre el ejército bielorruso y el ruso. Y en aquella época, los oficiales de ambos países repetían a todo el que quisiera escucharles “no hay planes de invasión, no habrá guerra, sólo estamos realizando unos ejercicios militares entre nosotros, todo irá bien”. La baliza en cuestión que nuestro personaje recupera demuestra que no sólo había unidades de infantería de ataque rusas posicionadas en Bielorrusia, sino que los movimientos de las tropas unos días antes del 24 de febrero de 2022 se dirigían efectivamente a la frontera ucraniana y que, por supuesto, había planes de invasión.

RFI. Atacar a la nación, como usted dice en la introducción de este documental, incluye atacar a los niños. En la última parte del documental ustedes hablan de los deportados. Al parecer, serían entre 19.000 y 20.000 niños deportados, de los cuales sólo han regresado unos cientos. ¿Es correcto?

Estas son las cifras oficiales de las autoridades ucranianas. El fiscal de Kiev, que se ocupa de la cuestión de los niños deportados, nos dio esa cifra. Estamos hablando de menos de 20.000 niños que han sido deportados. Y nos habló de 367 niños que pudieron regresar. Desde entonces, la cifra ha aumentado un poco, pero no mucho. La mayoría de ellos siguen en Rusia, en centros de vacaciones o en orfelinatos. Algunos han sido dados en adopción. Al principio, pensábamos que esto era un tema demasiado complicado. En particular, porque los perfiles de los niños son muy diferentes: hay huérfanos de la región de Donetsk, hay niños que se marcharon, enviados por sus padres voluntariamente a los campos de vacaciones ofrecidos por los rusos, y otros que fueron literalmente secuestrados en los campos de filtración. Era un tema muy complejo. Sin embargo, se fue imponiendo a nosotros por una razón muy sencilla: la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra Putin y su Comisionada para los Derechos de la Infancia.

RFI. Así es, la Corte Penal Internacional acusa a Putin de la deportación de niños.

Sí, y lo hizo por una razón simple: porque Putin puso su firma en un decreto que facilita la naturalización de niños ucranianos para convertirlos en rusos y facilitar así su adopción, Putin está cometiendo un acto criminal. Él puso su firma en ese documento y por eso uno de los únicos crímenes de guerra a los que podemos vincularle personalmente por el momento.

RFI. Ustedes muestran en el documental que la propaganda rusa explota muy bien a esos niños. Por ejemplo, los vemos recibiendo montones de regalos de funcionarios rusos. Pero también hay un testimonio sobre el que quisiera preguntarle. Es uno de los más llamativos. Se trata del testimonio de Azamat Ugarov, un hombre que fue reclutado en prisión por el grupo Wagner mientras cumplía una cuarta condena por robo con violencia y fue enviado a Bajmut. Allá mató a muchos civiles a sangre fría, sin ningún reparo.

Casi sin reparo, diría yo. Porque en la imagen lo vemos respondiendo en un estado muy especial, como si no estuviera del todo consciente. Está bebiendo mucho alcohol y nos cuenta que sus víctimas lo persiguen por la noche. Es también por eso que aceptó hablar con nosotras. En otras palabras, él mismo quiere hablar de lo que ha pasado. Pero también es alguien que nos habla de matar niños, de abrir fuego para eliminar entre 250 y 300 personas en un sótano de Bajmut. El horror de la escena que describe es absoluto. Y forma parte de la cohorte de combatientes que el grupo paramilitar Wagner fue a reclutar a la cárcel en el mismo momento en que había que librar esta batalla.