Emmanuel Macron preside este lunes el primer consejo de ministros del nuevo Gobierno. El primer ministro, Michel Barnier, advierte que habrá más impuestos para los ricos y más control del gasto público ante una situación presupuestaria “muy grave”. Tanto la izquierda como la extrema derecha amenazan con censurar al nuevo ejecutivo. 

“Irreprochables y modestos”, esta es la actitud que espera Barnier de su equipo. Así lo ha expresado en un desayuno de trabajo con los ministros este lunes. El nuevo primer ministro busca un cambio de estilo, una especie de ruptura con el macronismo y el equipo de Gabriel Attal, su predecesor.

Hay que “actuar más que comunicar, y actuar antes de comunicar”, ha recalcado. “Nada de fanfarronadas, por favor”, exigió, insistiendo en la necesidad de mostrar “respeto por todos nuestros conciudadanos y por todos los partidos políticos, y de escuchar a todo el mundo”. “Las mejores ideas deben venir de todos”, concluyó, proclamando: “Este Gobierno será republicano, progresista y europeo”.

En una entrevista en la televisión pública francesa este domingo por la noche, Michel Barnier prometió en particular no “aumentar aún más la presión fiscal sobre todos los franceses”, pero consideró que “los más ricos deben compartir el esfuerzo de solidaridad”.

Según el primer ministro de derechas, “el control de los gastos puede hacerse, en particular, mediante exacciones específicas sobre las personas ricas o algunas grandes empresas”.

“Una gran parte de nuestra deuda se emite en los mercados internacionales y exteriores, y debemos mantener la credibilidad de Francia”, añadió, en un momento en que el déficit público del país se sitúa por encima del 5% del PIB, muy lejos del límite europeo fijado en el 3% en el marco del Pacto de Estabilidad.

El Presupuesto de 2025, una prioridad absoluta

Michel Barnier ha calificado de “muy grave” la “situación presupuestaria” de Francia. Como muestra de su importancia, ha querido vigilar este expediente explosivo desde muy cerca poniendo bajo su supervisión directa al ministro macronista de Cuentas Públicas, Laurent Saint-Martin.

En cuanto a la muy controvertida reforma de las pensiones, que entró en vigor hace un año y cuya derogación reclaman la izquierda y la extrema derecha de la Agrupación Nacional, el nuevo primer ministro dijo querer tomarse el tiempo necesario “para mejorarla”.

“Tenemos una ley que establece un marco financiero y creo que este marco financiero debe preservarse”, declaró, añadiendo no obstante que “confiaría en los interlocutores sociales para mejorar esta ley, para reformarla”.

Criticado por haber elegido un gobierno “reaccionario” con ministros conservadores en temas como el aborto, los derechos LGTB, los derechos de la mujer y el final de la vida, Michel Barnier aseguró que los «derechos adquiridos» serían «plenamente preservados».

Más medidas para luchar contra la inmigración irregular

Sobre el espinoso tema de la inmigración, Barnier prometió hacer una “ruptura con el pasado” y aplicar una política que combine “firmeza” y “humanidad” junto con el nuevo ministro del Interior, Bruno Retailleau.

“No habrá ideología, no habrá sectarismo, habrá medidas prácticas como las que toman todos nuestros vecinos, y trataremos de tomarlas en armonía con ellos”, declaró.

Michel Barnier también anunció que quería hacer de la “salud mental” la “gran causa nacional” de 2025, en un momento en que la psiquiatría atraviesa una grave y persistente crisis en Francia. En la estela de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, también dijo que quería hacer del deporte “una gran ambición nacional”. (con AFP)