“Compañías como Target que lanzan productos y campañas durante el Mes del Orgullo buscan ganancias de la gente LGBTQ pero fallan en asumir una posición de apoyo ante cualquier reto”, dice activista que critica lo rápido que las empresas retiran ese respaldo ante el alboroto de sectores conservadores.

Junio es el mes del Orgullo en Estados Unidos y en las principales ciudades del país se hacen eventos y desfiles para apoyar la causa por los derechos civiles de esta comunidad. Muchos negocios sacan la bandera del arcoiris en símbolo de apoyo a la causa LGBTQ.

Audi, McDonalds, Ikea, Amazon, Delta, Hilton, NBC, Starbucks, Capital One Bank, Xfinity, entre muchas otras empresas promovieron sus marcas con los colores de la bandera gay durante el mes del Orgullo. Target, como otras tiendas minoristas, quiso satisfacer la demanda de la población LGBTQ y destinó una sección en sus almacenes para vender artículos y ropa con los colores del Orgullo. Algo que venía haciendo hace unos años.

La tienda ofreció 2000 productos en la colección Pride que incluía ropa, libros, música, muebles que tenían frases como “género fluido”, “queer todo el año” y “Bye Bye, Binario”. La respuesta a este tipo de mercancía fue violenta de parte de algunos consumidores anti-LGBTQ que vandalizaron algunos almacenes y expresaron sus críticas en redes sociales.

Según la portavoz de Target, Kayla Castañeda, estas personas amenazaron a los empleados en las tiendas, derribaron exhibidores de mercancía del Orgullo, publicaron amenazas en las redes sociales con videos tomados desde los almacenes, y algunas personas incluso arrojaron artículos del Orgullo al suelo.

Lo que ocurrió en Target viene después del boicot que le hicieron a la cerveza Bud Light, después de que la empresa matriz Anheuser-Busch la promoviera en redes sociales a través del influencer trangénero Dylan Mulvaney quien reportó diariamente su cambio de género en Tiktok.

El boycott ha llevado a que Bud Light deje de ser la cerveza más vendida en EE. UU. y a que Anheuser-Busch haya perdido cerca del 12% del valor de su acción en la Bolsa de Valores de Nueva York desde abril. Además, la empresa ha tenido que despedir al 2% de sus empleados por los malos resultados de sus ventas.

“Nunca tuvimos la intención de formar parte de una discusión que divida a la gente. Estamos en el negocio de reunir a las personas alrededor de una cerveza”, dijo el CEO de la empresa, Brendan Whitworth.

Target por su parte, dijo en un comunicado que "ahora nuestra atención se centra en avanzar con nuestro compromiso continuo con la comunidad LGBTQ y apoyarlos mientras celebramos el Mes del Orgullo y durante todo el año".

El negocio va primero

Sin embargo, activistas de la comunidad han criticado a Target por retirar rápidamente el apoyo al movimiento tras el alboroto de sectores conservadores dejando en evidencia el ‘capitalismo arcoiris’. “Compañías como Target que lanzan productos y campañas durante el Mes del Orgullo buscan ganancias de la gente LGBTQ pero fallan en asumir una posición de apoyo cuando tienen cualquier reto”, dijo a Reuters Erik Carnell, diseñador de las prendas que fueron retiradas recientemente.

Para activistas de la organización “No Justice No Pride" en Washington el festival del Orgullo organizado por Capital Pride Alliance “se ha convertido en un festival corporativo y ha dejado de ser fiel a las raíces de lucha política por sus derechos”.

Capital Pride, organización encargada de hacer las alianzas y financiar las actividades durante el mes del Orgullo, dice en su página web que ellos “buscan el apoyo de defensores que afirmen y respalden nuestro mensaje único de educar y celebrar la diversidad de nuestra comunidad, desafiar la discriminación y trabajar hacia la plena igualdad para las personas LGBTQ+ y sus familias”.

Noelia Izarza, activista transexual en Washington DC habló con Radio Francia Internacional y dijo que estas empresas “apoyan el Orgullo en junio y después se olvidan”. Agrega que las compañías arriesgan mucho al promocionar cualquier cosa que invite a la inclusión, sobre todo de cara a la gran polarización política que hay en Estados Unidos.

En medio de la campaña presidencial se recrudece la polarización y los mensajes de odio. Según un nuevo informe publicado por la Liga Anti-Difamación y el grupo de abogacía GLAAD, hubo más de 350 incidentes de acoso, vandalismo o agresión anti-LGBTQ en Estados Unidos desde junio de 2022 hasta abril de 2023, reflejando un clima en el que los prejuicios contra las personas gay, y especialmente las personas transgénero, se han vuelto generalizados.

Capitalismo sin lazo social

Casos como el de Target exponen la incapacidad del capitalismo de construir vínculos sociales que no giren alrededor del consumo, la demanda o la ganancia. Colette Soler, psicoanalista francesa, dice “el discurso capitalista se especifica como el que no establece lazo social y que establece como único vínculo, el de cada uno, a la plus-valía o a los objetos que se producen en este lugar”. Cuando el margen de ganancia está en peligro se replantea la estrategia social.

La premisa de que las empresas que apoyan el movimiento LGTBQ ponen los valores y la lucha del Orgullo por encima de su objetivo estructural de satisfacer la demanda, generar ganancias y aumentar ventas, flaquea al ver su reacción tras las amenazas de un sector conservador de la sociedad.

Casos parecidos han ocurrido antes cuando en las calles de Washington cuando muchos locales comerciales del centro de la ciudad ponían letreros en sus entradas que decían ‘Black Lives Matter’ en supuesto apoyo a la causa de la defensa por los derechos de los afroamericanos y en contra de la brutalidad policial. Muchos activistas criticaron el apoyo diciendo que en realidad las tiendas estaban tratando de protegerse del vandalismo.

En un sistema en el que nos relacionamos a partir de lo que consumimos no se logran crear lazos sociales y Soler agrega que como consecuencia las personas tienen que asumir esa carencia del discurso capitalista: “cada uno está obligado a hacerse cargo de sus propios vínculos sociales”. Un afán por pertenecer, sentirse parte de una comunidad que refleja la carencia del sistema capitalista en generar lazos sociales con cualquier movimiento y que en muchas ocasiones radicaliza y polariza como se evidencio este año con la respuesta de algunos sectores conservadores que critican excesos en los mensajes y las prendas de la comunidad LGTBQ.