Hay varios centenares de civiles rusos luchando entre los miles de ucranianos en el frente, algunos desde hace años, otros desde hace unos meses, que han decidido combatir junto a los ucranianos contra Moscú. El Batallón Siberiano (Sibir), creado en 2023, incluye a antiimperialistas de toda condición, rusos eslavos y grupos étnicos del este del país. Poco apoyados o incluso ignorados por la oposición rusa en Occidente, son sin embargo los únicos que se ponen claramente del lado de Kiev en lo que para ellos es una guerra contra todo un sistema de opresión del que proceden.

Por Emmanuelle Chaze, corresponsal de RFI en Ucrania

Algunos acaban de regresar de Belgorod, donde participaron en las primeras incursiones en territorio ruso el pasado mes de marzo, otros de la península de Kinburn, en el sur de Ucrania, donde con otros soldados participaron en ofensivas este verano boreal… Pero estos soldados, que luchan en el bando ucraniano, tienen la particularidad de ser ciudadanos de la Federación Rusa, contra la que luchan. Forman parte del Batallón Siberiano (Sibir) y, aunque sus orígenes son diversos, comparten la convicción de que tenían que alzarse en armas contra su propio país.

‘Sólo quedamos unos pocos, pero hemos tomado nuestra decisión”, afirma Walther, de unos cincuenta años, que se unió al batallón en otoño de 2023. “El Batallón Siberiano y otras unidades militares formadas por ciudadanos de la Federación Rusa han elegido sus armas. E insto a todos los que odian el régimen de Putin a que ayuden y participen”, dice a RFI.

Herido en la batalla de Avdiivka, Walther deplora la excesiva complacencia de Occidente hacia Moscú desde el momento en que invadió Georgia: 3Si en 2008 todos los políticos europeos hubieran actuado al unísono y hubieran introducido al menos una décima parte de las sanciones contra Rusia introducidas después del 24 de febrero, creo que no habrían ocurrido ni 2014 ni 2022. Se habría detenido a la rata en el comienzo mismo de su viaje. Por desgracia, la historia de la Segunda Guerra Mundial de Hitler se ha repetido”, denuncia.

Maloy, veinteañero, es uno de los jóvenes reclutas del batallón. Procede de la República de Baskiria y ya ha participado en varias operaciones, incluidas las incursiones de Belgorod junto a otras dos formaciones de soldados rusos en Ucrania. Esto fue el pasado mes de marzo, mucho antes de la operación Kursk. “La operación resultó ser mucho más complicada de lo previsto inicialmente, pero tuvo éxito porque las pérdidas rusas fueron bastante significativas: la brigada contraria que se enfrentaba a nosotros perdió alrededor de la mitad de sus oficiales”, cuenta.

Este apoyo de algunos rusos a la defensa de Ucrania no es en absoluto insignificante: para muchos de los reclutas del batallón siberiano, apoya sus propias aspiraciones de independencia, las de las minorías de la Federación Rusa, como los baskires, pero también los buriatos y los yakutos.

“El único país que puede ayudarnos a liberar nuestra república es Ucrania”

Junto a Walther y Maloy está Kypchak, también baskir. A sus cuarenta años, abandonó Rusia y su profesión liberal en la época de la invasión a gran escala; para él, apoyar la lucha ucraniana significa también apoyar la liberación de su propio pueblo. “Una de mis motivaciones para venir aquí y ayudar a Ucrania a resistir la agresión rusa es precisamente la comprensión de que sólo podemos luchar contra el régimen apoyando a otros pueblos”, afirma. “En otras palabras, el ejemplo de Chechenia demuestra que una sola república no es capaz de luchar contra Moscú. Hoy, la situación es tal que quizá el único país que pueda ayudarnos a liberar nuestra república sea Ucrania. En el fondo, nuestro objetivo es bastante egoísta: ayudando a Ucrania, esperamos que, en el futuro, con el apoyo de países, por así decirlo, civilizados, podamos liberar nuestras repúblicas”.

“Todos los meses llegan a Ucrania nuevos reclutas, una veintena, y tras un largo proceso de reclutamiento, los rusos considerados aptos y dignos de confianza se embarcan en un entrenamiento en técnicas de combate. Ves a los jóvenes comunicarse con sus hermanos de armas mayores, que les cuentan cómo es la guerra, que es fea, que da miedo, que la muerte asusta”, confiesa Batya, un veterano ucraniano que se cuenta entre sus entrenadores. “Pero su motivación no decae, quieren luchar, entrenarse a conciencia, prepararse. La generación anterior les dijo qué era lo importante, y nosotros les damos conocimientos tácticos”.

Cada mes, el batallón siberiano crece. Para Walther, también es una cuestión de honor para los rusos que se declaran contrarios al régimen del Kremlin: “Hay una expresión: “el collar de un esclavo siempre es más ligero que la armadura de un guerrero”. Pero, aunque muera, sabré que no he vivido esta vida en vano. Moriré por una causa justa. Tienes la oportunidad de convertirte en humano y mirarte al espejo sin vergüenza. Piensa en cómo crecerán tus hijos y en lo que te dirán: Papá, mamá, ¿qué hacían en ese entonces?”.