Los mandatarios de la Unión Europea abren este jueves una cumbre en Bruselas para abordar el endurecimiento de la política migratoria en el bloque, una cuestión "delicada" que pone en evidencia las divergencias que persisten en el grupo.

La migración, de nuevo, vuelve ser uno de los temas principales de esta cumbre europea, con propuestas cada vez más duras.

Una gran mayoría de Estados, liderados por Países Bajos y Austria, apuestan por la creación de centros de expulsión de migrantes en terceros países, tal y como ya ha empezado a hacer Italia con Albania. Incluso la Comisión Europea ya ha lanzado que está dispuesta a estudiar este medida.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen sugirió que era preciso sacar "lecciones" del controvertido acuerdo entre Italia y Albania.

Aun así, las discusiones no van a ser fáciles. España, Irlanda, Bélgica creen que es un modelo difícil de llevar a cabo y que la prioridad debe ser aplicar el pacto de migración, aprobado hace un año y algo por lo que también insiste Alemania.

Estos países también creen que hay que priorizar la cooperación con los países de origen de las personas que no tienen derecho a asilo. Un fórmula, aseguran, que ha funcionado ya en el pasado.

Según un diplomático europeo citado por la agencia AFP, aún no existe "ningún plan" sobre esos centros, ya que el debate es aún "muy preliminar", y por lo tanto difícilmente habrá "decisiones importantes" sobre el tema en esta cumbre.

La reunión de este jueves, por tanto se prevé complicada.

Lo cierto es que el debate en torno a la migración lleva años envenenando las discusiones entre los 27, pero la ola antiinmigración y con gobiernos cada vez más escorados a la derecha en Europa ha llevado a que las posiciones sean cada vez más duras y el tabú de una Europa fortaleza ha desaparecido.