Al día siguiente de la operación bíperes contra Hezbolá, un nuevo ataque contra soldados de la organización islámica ha dejado más muertos, esta vez a través de walkie-talkies. Todos los expertos coinciden en que estas operaciones no tienen precedentes por su envergadura y sofisticación militar. El grupo chiita y el gobierno libanés han acusado a Israel de estar detrás de estos ataques. Por el momento, el Estado hebreo no ha hecho ningún comentario.

Con Fanny Léonor Crouzet, corresponsal de RFI en Jerusalén

Benji vive desde hace más de 50 años en una gran casa llena de flores en el barrio de Abu Tor, en Jerusalén. Israel no ha reivindicado los atentados, pero para él hay pocas dudas sobre quién los perpetró: “Creo que fue Israel, sí… No condeno lo ocurrido. Y si te soy totalmente sincero, lo que sentí en ese momento fue un sentimiento de alegría instintiva”, explica.

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Un sentimiento de alegría, pero también de ansiedad constante desde el 7 de octubre de 2023. Para Benji, la del martes es una nueva crisis tras los atentados iraníes del pasado abril y las recurrentes amenazas de atentados. “¡Tengo miedo todo el tiempo! Porque no me gustan las guerras. Pero soy un judío nacionalista que quiere a mi pueblo y cuando hieren a los míos, me alegro de contraatacar”, exclama.

A la espera de una inminente ofensiva terrestre

El frente con Hezbolá está a menos de 250 kilómetros, pero en Jerusalén la vida continúa a pesar de las tensiones en el norte. “Nos atacaron, atacaron a la gente que vive en el norte. Mataron a soldados, mataron a mis amigos”, explica Myrav, junto a su hija Eren, sentadas en la terraza de un café. “No nos gusta la guerra, pero nos están matando y tienen que entender que somos fuertes y que mataremos a todos los hombres que nos mataron, eso es todo”, dice.

Como muchos israelíes, las dos mujeres ya no creen en una solución diplomática al conflicto con Hezbolá, y esperan una ofensiva terrestre, que esperan sea inminente.