Este viernes se celebra en París la última jornada de la segunda ronda de negociaciones internacionales para elaborar un tratado de lucha contra la contaminación por plásticos que envenena la naturaleza y la salud humana. La industria del plástico, a través de las empresas o países que producen energías fósiles, se oponen a las voluntades más ambiciosas.

Los 175 países representados podrían debatir el asunto hasta altas horas de la madrugada del viernes, habida cuenta de la acumulación de tensos debates sobre el procedimiento a principios de semana.

Durante toda esta semana en la UNESCO, las ONG, los científicos y los grupos de presión del plástico han dado a conocer sus puntos de vista a los Estados miembros. La industria tiene mucho que perder si el tratado llega a ser ambicioso.

"Somos parte del problema, pero también de la solución", afirma Jean-Yves Daclin, responsable de la rama francesa de Plastics Europe, ex empleado de TotalEnergies, que ha estado siguiendo las negociaciones y hablando con los gobiernos. Su objetivo es que se escuchen los intereses de los fabricantes de resinas plásticas presentes en Europa. Representan el 15% del mercado mundial.

No quieren, por ejemplo, que se prohíban los artículos de plástico de uso único, sino que se resuelva caso por caso: "Más que una prohibición arbitraria, que podría tener un impacto contraproducente, pensamos que hay que atajar las aplicaciones problemáticas e innecesarias, en función de la situación de cada país", sugiere Jean-Yves Daclin, en declaraciones a RFI. “Por ejemplo, hoy en día en Europa está prohibido producir y utilizar bastoncillos de plástico y vajillas de un solo uso, pero no se trata de un planteamiento ideológico, sino práctico. No se va a prohibir el uso de plástico de un solo uso en los hospitales, por ejemplo", afirma.

El grupo de presión insiste en que la industria ya está haciendo esfuerzos, con plásticos más ligeros y reciclables.

Delphine Lévi-Alvarès, del Centro de Derecho Internacional del Medio Ambiente, cuestiona la buena voluntad de la industria: "No vemos ningún compromiso para reducir la producción, porque eso va en contra de los intereses comerciales. También hay muy pocos compromisos sobre la simplificación de los plásticos producidos y su desintoxicación. Y no hay ningún compromiso para responsabilizarse de la contaminación final de las aguas".

La producción anual de plástico se ha duplicado en los últimos 20 años para alcanzar un nivel de 460 millones de toneladas. Para 2060, podría triplicarse si no se pone un freno.

Controversia sobre la votación de un tratado

Al margen de los intereses de las empresas privadas, Arabia Saudita y varios países del Golfo, productores de energías fósiles, así como Rusia, China, India y Brasil, rechazan que el futuro tratado pueda ser aprobado por una mayoría cualificada de dos tercios, si no se llega a un consenso.

Una mayoría de los países defienden que haya una votación como último recurso, lo que permitiría pasar por encima de una minoría de bloqueo.

Los países aceptaron finalmente el miércoles por la mañana dejar constancia de su desacuerdo y entablar las discusiones de fondo.

Arabia Saudita intentó presentar de nuevo objeciones, pero la delegada mexicana, Camila Zepeda, atajó la salida: "Todos los delegados, por favor, levantémonos y pasemos a los grupos de contacto", dijo, de pie y preparada para salir, entre los aplausos de los otros enviados, impacientes por empezar las cuestiones técnicas.