Como es indefectible en el calendario, llegó la fecha de Ramadán, el mes sagrado en el almanaque musulmán, y los palestinos comenzaron a ayudar sin el esperado cese de fuego en Gaza. Las conversaciones parecen estancadas y la situación humanitaria se agrava.

Las acusaciones por el fracaso de las negociaciones por la tregua y el intercambio de secuestrados por presos son mutuas, a pesar de que el presidente estadounidense, Joe Biden, responsabilizó principalmente a Hamás.

Mientras, proliferan los planes para introducir ayuda humanitaria a Gaza. Luego de que por lo menos cinco palestinos perecieron al no abrirse el paracaídas de uno de los envíos aéreos de ayuda y un centenar murieron en una avalancha al descargar camiones con alimentos, Estados Unidos planifica desplegar en la costa de Gaza un muelle flotante.

El objetivo es poder descargar alimentos desde buques y Gran Bretaña envió transbordadores para poder, hasta la conclusión dentro de dos meses de ese proyecto, descargar alimentos directamente en la playa. Pero ninguna de las partes ha resuelto aún la cuestión de la seguridad y la distribución de esa ayuda humanitaria en Gaza.

En Jerusalén, la policía impidió la entrada a la mezquita de Al Aqsa a centenares de jóvenes palestinos para la primera oración del mes de Ramadán, en contra de las promesas del primer ministro, Benjamín Netanyahu, de que no habría restricciones a la libertad de culto.