La Comisión Europea ha recordado estos días que aunque no opina sobre la situación interna de los países, aunque sí que admite que la inestabilidad política no es el escenario ideal. El déficit público francés y un bloqueo del eje franco-alemán preocupa en Bruselas.

No es deseable para ningún país, pero muy especialmente no para Francia. El país tiene un expediente por déficit excesivo abierto por Bruselas y una altísima deuda que debe reducir según las normas europeas. Técnicamente, la Comisión dio el visto bueno al borrador de los presupuestos que quería sacar adelante Michel Barnier, y que ahora están en un limbo.

El objetivo del Gobierno era reducir el déficit público al 5% del PIB el año que viene, en un momento en que la segunda economía de la eurozona ha sido criticada por Bruselas por su déficit excesivo. Para 2024, se espera que el déficit público, inicialmente previsto en el 4,4% del PIB, aumente hasta el 6,1% en 2024, debido principalmente a unos ingresos muy inferiores a los previstos.

Pero no solo preocupa la situación económica, también las implicaciones políticas, con el eje franco-alemán en horas bajas. Alemania y Francia, presionados por la inestabilidad y los problemas internos, al final arrastran al conjunto de la Unión Europea.

En Bruselas se suele decir que cuando el eje franco-alemán no funciona, el bloque tampoco avanza. Y esto no interesa a la Unión Europea, envuelta en crisis acuciantes y la inminente llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.

Bruselas solo espera que se pueda formar Gobierno lo antes posible, pero con la incertidumbre de hasta cuándo y con el temor de que la inestabilidad se instale en París.