En Los Ángeles se está organizando la ayuda para las personas que han perdido sus hogares. Esta ayuda se basa a menudo en iniciativas privadas, a falta de una respuesta pública adaptada a las necesidades.
Por el enviado especial de RFI en Los Ángeles, Achim Lippold
En el barrio de Sawtelle, devastado por los incendios, a pocos kilómetros de Pacific Palisades, un aparcamiento ha sido transformado en centro de distribución de ayuda por asociaciones locales. Entre ropa, alimentos y juguetes, los vecinos no paran de dejar productos.
Rachel acaba de llegar, con el maletero de su coche completamente cargado: “Tenemos muchos amigos que han perdido sus casas. Pero nosotros no, así que queríamos ayudar y dar lo que pudiéramos. En casa de mi madre encontramos ropa de trabajo de mi padre, y también trajimos algunas maletas. Es reconfortante ver todo este apoyo colectivo”, dice.
Este centro de distribución de ayuda está gestionado por voluntarios como Max: “Cuando ocurren cosas así, hay que ser solidario. Ayudar a nuestros vecinos es como tender la mano a alguien para ayudarle a subir una escalera”, estima.
Muestras de solidaridad
Entre las numerosas víctimas de la catástrofe que han venido a recoger pertenencias se encuentra una joven madre acompañada de su hijo. Lo ha perdido todo y tiene que improvisar su nueva rutina diaria.
“Necesito agua y detergente. No podía llevarme esas cosas tan pesadas. También estoy buscando un cambio de sábanas para el lugar donde nos alojamos en este momento, y algunos juguetes para mi hijo para mantenerlo ocupado”, cuenta.
La joven se muestra sorprendida por las muestras de solidaridad. Confiesa que es la primera vez en 40 años que ve a los vecinos ayudarse de esta manera.