A pesar del objetivo de la comunidad internacional de detener la deforestación para 2030, las talas de bosques y degradaciones de los ecosistemas forestales aumentaron un 4% en 2022, según un informe publicado este 24 de octubre.
Por Simon Rozé
Unos 6,6 millones de hectáreas de bosque desaparecieron en 2022, lo que equivale a la superficie de países como Lituania o Sierra Leona. Tras tímidas mejoras en 2021, este aumento del 4% respecto al año pasado pone en peligro los compromisos internacionales adquiridos para acabar con esta práctica.
"Los bosques del mundo están en crisis"
En la COP26 de hace dos años, 145 países adoptaron la Declaración de Glasgow, que fijaba el objetivo de deforestación cero para 2030. Para lograrlo, el ritmo que hay que mantener es ambicioso: una reducción anual del 10% de las zonas deforestadas o degradadas. Está claro que aún no lo hemos conseguido.
"Los bosques del mundo están en crisis. Se han hecho muchas promesas para detener la deforestación y financiar la protección de los bosques. Desgraciadamente, cada año se reducen más las perspectivas de mejoría", afirma Erin Matson, una de las principales autoras del informe.
Los autores del informe señalan que la agricultura es la primera culpable. Ya se trate de la cría de ganado o del cultivo de soja o aceite de palma, las tierras necesarias para ello erosionan sin cesar los bosques, sobre todo en las regiones tropicales.
Dos tercios de la superficie total deforestada el año pasado correspondió a bosques tropicales primarios, principalmente en Brasil, Indonesia, Bolivia y la República Democrática del Congo. Estos ecosistemas son cruciales para el clima, la biodiversidad y el ciclo del agua.
4.000 millones de toneladas de CO2 equivalente
De hecho, se calcula que en 2022 se emitieron 4.000 millones de toneladas de CO2 equivalente por la deforestación, casi lo mismo que las emisiones de Estados Unidos. La tala de árboles no sólo emite dióxido de carbono, sino que además degrada la capacidad de los bosques para captarlo. Los ecosistemas tropicales, algunos de los más dañados, han dejado de actuar como sumideros de carbono, papel que ahora desempeñan en menor medida los bosques boreales y templados.
Además de estas observaciones, este informe también ilustra el creciente desfase entre la financiación de acciones de conservación y de actividades perjudiciales para los bosques. El año pasado se invirtieron 2.200 millones de dólares en la protección de estos ecosistemas, mientras que, al mismo tiempo, la ONG Global Canopy identificó seis billones de dólares de activos privados destinados a las empresas más propensas a provocar la deforestación.
"Este año hemos visto un número récord de empresas que se comprometen en este ámbito", precisa Thomas Maddox, de CDP, un organismo especializado en asesorar las empresas para que limiten su impacto medioambiental. "Sin embargo, nada de esto está ocurriendo con la suficiente rapidez ni a la escala necesaria para cumplir los objetivos internacionales", añade.
Según el World Ressources Institute, es necesario multiplicar por 200 los recursos destinados a la protección de los ecosistemas forestales.