Mientras que el proceder de la prensa de izquierda norteamericana se centró en repudiar el golpe de Estado de 1963 y a la vil injerencia de Washington, la prensa liberal en los EE UU actuó tibia y cautelosamente, haciendo una denuncia pública del golpe, pero de por sí una denuncia a medias porque omitía el rol del imperialismo yanqui en la profundización de la crisis dominicana. Siguiendo los lineamientos de la clase política adherida al status quo, el New York Times servía como una echo chamber (cámara de eco) reproductora y promotora de los pilares que sostenían (y sostienen) la política exterior estadounidense.

El prestigioso diario newyorkino presentaba a Washington como la única alternativa ante la crisis política en Santo Domingo: crisis política y constitucional generada como resultado del golpe de Estado auspiciado por la reacción y sus aliados en Washington. Para el NYT, cualquier solución política a la situación en Santo Domingo sería resuelta desde arriba, es decir desde las esferas del poder, excluyendo tajantemente a la clase obrera y a otros sectores abiertamente en oposición a la destitución forzosa del gobierno constitucional presidido por Juan Bosch. 

Un editorial del New York Times

 Basamos nuestras afirmaciones expuestas más arriba en la cobertura del New York Times (el Times o NYT) con respecto a la movida golpista de la derecha dominicana en el mes de septiembre del ‘63. Un claro ejemplo de esa cobertura del periodico estadounidense se puede encontrar en un editorial aparecido la mañana del 26 de septiembre de 1963, un día después de la asonada militar en Santo Domingo. Bajo en título “The Coup in Santo Domingo” (El golpe en Santo Domingo), el editorial del Times iniciaba su exposición con una denuncia pública del golpe militar: 

“El derrocamiento del Presidente Juan Bosch de la República Dominicana en otro golpe militar de derecha latinoamericano es un acontecimiento absolutamente deplorable. Cualesquiera que fueran los defectos y debilidades del señor Bosch, había sido elegido presidente libre y democráticamente. Su toma de posesión en febrero representó un nuevo amanecer de esperanza y libertad después de más de tres décadas de tiranía brutal. La libertad ahora ha sido tirada por la ventana como si fuera un regalo insignificante.”

Tras hacer la denuncia del golpe, el NYT, representante del ala liberal de la prensa y la politica estadounidense, hacia enfasis en el rol de la derecha y la ideologia anticomunista en el golpe de Estado.El editorial se desmarcaba de la reaccion pero terminaba posicionándose del lado de la reaccion de cierto modo al adoptar una posicion centrista y anticomunista. El editorial del periódico que hoy en día se conoce como el“paper of record” (referente periodístico), demostraba lo bien que estaba informada el sector liberal y sus fuentes en Washington en torno a la situación en Santo Domingo:

“Las razones aparentes detrás del golpe suenan rancias: acusaciones habituales de pro-comunismo, socialismo y mala gestión. Juan Bosch era un intelectual de centro-izquierda alineado con la izquierda democrática representada por líderes como el presidente Betancourt de Venezuela y el gobernador Muñoz Marín de Puerto Rico. Cometió errores graves. Algunos de los ayudantes que eligió para estar a su lado eran muy izquierdistas. Trató de actuar demasiado rápido en su intención de transformar una estructura social y económica –rígidamente autocrática basada en una élite empresarial, terrateniente y militar–a un régimen popular y democrático.”

En este editorial el NYT reconoció la deriva autoritaria a raíz del peligro desatado por un golpe de Estado; era una situación que había que controlar porque se podría replicar en otros países:

“[Juan Bosch] se ganó enemigos poderosos y parecía estar perdiendo, en los últimos meses, el otrora apoyo entusiasta de los Estados Unidos.

“El golpe de Estado es un duro golpe para América Latina y un acontecimiento aterrador para las potencias democráticas del Caribe.”

El NYT concluía con un llamado a los Estados miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA), brazo político de la política exterior estadounidense en el hemisferio. De forma abierta y descarada, el llamado del Times excluía a la Cuba revolucionaria de los años 60s la cual no encajaba como “fuerza democrática” por estar llevando a cabo un proceso revolucionario y antiimperialista en clara pugna con Washington:

“Debería convocarse rápidamente una reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la Organización de Estados Americanos para que todas las fuerzas democráticas del hemisferio puedan unirse para condenar esta nueva amenaza a la libertad en América Latina.”