El expresidente del gobierno de España, Felipe González mostró públicamente su apoyo y respaldo a Bernardo Arévalo, como presidente de Guatemala, y a la democracia guatemalteca que en 2024 cumple 38 años de historia.

Según González, con la llegada al poder de Bernardo Arévalo y su partido, el Movimiento Semilla, se abre un tiempo nuevo de reformas político-institucionales en Guatemala, con la finalidad de luchar contra la corrupción y consolidar la democracia, y socioeconómicas, con el objetivo de “reducir los altos índices de pobreza y desigualdad”.

González afirmó que el país centroamericano se ha convertido en los últimos meses en ejemplo de cómo las democracias actuales sufren “el acoso de líderes populistas y autoritarios, o de movimientos políticos antidemocráticos o, como en el caso guatemalteco, de élites que tratan de defender sus privilegios, cooptando el estado y las administraciones, y socavando la institucionalidad democrática”.

Durante estos meses de transición estuvo en “peligro” la posibilidad de que Arévalo asumiera la presidencia por las artimañas de diversos grupos empeñados en impedir el acceso al poder de un líder político ajeno a estructuras enquistadas y que pone en riesgos sus privilegios.

Agregó, que se ha puesto en juego la democracia y la supervivencia de Guatemala como un país democrático ante la posibilidad de no respetar la voluntad popular expresada en las elecciones del 25 de junio y del 20 de agosto.

Asimismo, indicó que la Fundación Felipe González ya está comprometida en colaborar y ayudar en esta nueva etapa y va a estar presente en el país durante el 2024, colaborando en varias iniciativas.

Resaltó que es necesario que la comunidad internacional (la UE, EE.UU, la OEA o la CELAC) se involucre y actúe de forma coordinada para respaldar la democracia e institucionalidad guatemaltecas. “El respaldo político necesita ir acompañado de apoyo financiero para un gobierno que nace con escaso margen de acción en los ámbitos legislativo y presupuestario”, manifestó.

“Los desafíos para la democracia guatemalteca no nos resultan ajenos y el riesgo de una regresión democrática no solo acabaría con casi cuatro décadas de democracia en este país, sino que añadiría un eslabón más a la crisis por la que atraviesan las democracias centroamericanas en particular y latinoamericanas y mundiales en general”, precisó.