Al caer la noche, los soldados sionistas amenazan a los cuerpos indefensos antes de disparar sus balas de odio en la cabeza.
Hace unos días apareció un gran cráter procedente de una práctica autoritaria e inhumana que profana la tierra y arrasa con todos los seres vivientes. La lava verde se desliza, cubre las fosas comunes. Cubre tus ojos. Lloro setenta y seis días seguidos y aunque vivas lejos en el otro lado del mundo no me importa.
Gaza, estoy contigo en cuerpo y alma. Palestina, mañana estaré contigo y prometo visitar los talleres de soldadura donde jóvenes aprendices fabrican caballos gigantes y otros monumentos a la libertad.
En Yenín y en Jabalia, estaré contigo Palestina.
Estaré contigo Palestina y juntos pintaremos las casas y las tarimas de teatros populares pulverizados por el fuego.
Estaré contigo Palestina llueve, truene o ventee. Y extenderé mi mano para sanar tus heridas y acariciar tu frente con el pañuelo que ayer ayudó a sanar mis tribulaciones. Y luego de recoger los escombros piedra por piedra, ayudaré a barrer tus calles o callejones, y a erigir tus parques, olivos y huertos.
Estaré contigo Palestina, porque al igual que tu, quiero respirar el aire fresco de Jaffa y Rafah. Y te aseguro que desde el Guano adentro, el campo cibaeño de una parte de mis ancestros o desde alguna comarca polvorienta en Dajabón de donde proviene la otra parte de mi historia, estaré contigo Palestina.
Estaré contigo y te enseñaré a beber mabi de bohuco y a saborear el agua de tinaja fresca con gusarapos y todo. Y tú me enseñaras a retozar por las calles libres de Cisjordania a ritmo de canciones infantiles o rap callejero o hip hop o dembow o música electrónica a todo volumen en inglés o arabe o sueco o francés o español u otros idiomas que tus hermanas y hermanos en la diáspora hablan y cantan.
Estaré contigo Palestina y te contaré el secreto de nuestra estirpe barrial, por nuestras venas fluye el barrio Pekín de Santiago y el Los Mina cimarronero de la capital.
Estaré contigo Palestina y recordaré los nombres y el sacrificio de las heroínas desconocidas y los mártires caídos, sus rostros cubiertos y ensangrentados aparecen en las portadas de los diarios a pesar de que la guerra aún no ha terminado.
Estaré contigo amor. Aunque no lo creas mi pueblo es tu pueblo y tu pueblo es mi pueblo.
¿Recuerdas a Santo Domingo en 1965 bajo la ocupación militar estadounidense? ¿Y las 3000 almas que murieron y hasta el día de hoy no hay justicia?
Sin duda alguna los Lyndon B. Johnsons de ayer son los Joe Bidens de hoy.
Estaré contigo Palestina en los matinées donde se congrega la juventud adicta a los videojuegos y a los bailes de Tik Tok.
Estaré contigo Palestina porque tengo ganas de ver un partido de fútbol o tal vez ser partícipe de uno.
Estaré contigo Palestina porque llevo en mi mente los buenos recuerdos del liceo y la generosidad de mis amigos yemeníes que hoy luchan por ti.
Me pongo mi keffiyeh para salir a la calle. Tengo miedo. Las miradas de odio y venganza me asedian. ¿Dónde están los hermanos gemelos, mis compas boricuas que me protegieron con su manto y me enseñaron a vestir mi keffiyeh en los predios universitarios y en la ciudad?
Yo se que no estoy solo. No estamos solos. Por siempre, estaré contigo Palestina.
Mi cuerpo paralizado mira al techo en la oscuridad, flotando violentamente sobre la cama durante unos cinco o diez minutos que parecen una eternidad. Pierdo la cuenta. Escucho un grito en mi cabeza, tal vez fue un grito porque sé que desperté y veo la muerte.
Codificado en las hojas de higo, encontré accidentalmente un sello de cera rubricado en el camino. Estoy llorando, no hay un día que deje de hacerlo, pero a pesar de la adversidad te prometo que mañana estaré contigo Gaza, Palestina. Y nos encontraremos en el punto geográfico más alto donde habita la música, el amor y la vida misma en medio de las ruinas.