En un intento por mantenerse en el poder y ceder a la presión estadounidense, Trujillo adoptó una aparente democratización en su gobierno al flexibilizar la represión política, permitiendo la formación de partidos de oposición y el regreso de exiliados, incluyendo miembros del Partido Socialista Popular. En 1939, aprovechando esta coyuntura, Báez se involucró en la reorganización del Gremio de Marinos, representando a los portuarios de Macorís. Este movimiento surgió debido a la demanda de regularizar los turnos de trabajo en el muelle, los cuales hasta entonces estaban controlados por empresas consignatarias en colusión con las autoridades y directivos corruptos del gremio.

Para conocer un poco más de Mauricio Báez, Robert D. Crassweller hace una breve descripción de este en su obra Trujillo la trágica aventura del poder personal:

“El más prominente de los dirigentes obreros en aquel entonces era un comunista llamado Mauricio Báez. De unos treinta y cinco años, Báez era un negro de pura raza, vigoroso e inteligente. No poseía instrucciones académicas, pero su mente había recibido el estímulo de las corrientes avanzadas del pensamiento en el exterior, con las que había estado en contacto, y disfrutaba de la ventaja, importante en la vida política del Caribe, de estar dotado de facultades oratorias[1]”.

Desde su posición de orientador del Gremio de Marinos, Báez se orientó a la obtención de pequeñas mejorías en la condición de los asociados, que en ese contexto tenían significados nada desdeñables. En 1942, por ejemplo, la directiva gremial presionó a las autoridades para que se actualizase el salario base con un alza de 9%. Pero además de esos planos generales, desde años atrás el liderazgo de Báez se había ido asentando sobre la base de hacerse cargo de casos puntuales, combatiendo injusticias que se cometían contra personas determinadas. Para tal fin aprovechaba los espacios disponibles de publicidad, fundamentando sus denuncias con apego a la legislación laboral[2].

En 1943, se establece la Federación Local del Trabajo (FLT) en San Pedro de Macorís, autorizada por Trujillo para crear la apariencia de libre organización de trabajadores en el país. Sin embargo, para mantener el control gubernamental, los presidentes honoríficos de las federaciones eran inicialmente los gobernadores provinciales.

El aumento de la clase trabajadora, la legislación laboral del régimen y la influencia del pensamiento socialista en la República Dominicana llevaron a la formación de numerosos sindicatos. Mayoritariamente liderados por opositores a Trujillo, aceptaron la dirección de Báez. Jóvenes izquierdistas, como Roberto McCabe, Dato Pagán y Víctor Ortiz, colaboraron con Báez y la Federación, algunos de los cuales luego se unieron al Partido Democrático Revolucionario Dominicano (PDRD) y la Juventud Revolucionaria (JR). Además, refugiados españoles como Miguel Arnedo y Lorenzo Bergala desempeñaron un papel destacado en la educación de la ciudad[3].

Corrían los días de la Segunda Guerra Mundial. El reflejo sobre el continente americano del movimiento democrático mundial y de la lucha antifascista obligó al régimen dominicano a mantener un estado de simulación democrática y a ceder posiciones en consonancia con la nueva situación. Esta brecha fue aprovechada por las fuerzas obreras y las organizaciones clandestinas para organizar la huelga de los trabajadores azucareros del Central Romana que estalló en 1942. La profundidad y la extensión de esta huelga constituyeron un extraordinario despliegue de fuerzas.

La lucha de los trabajadores en la industria azucarera de la República Dominicana en la década de 1940 fue un proceso importante para el surgimiento y consolidación del movimiento obrero y de los partidos políticos de izquierda en el país. A pesar de la fuerte represión y persecución por parte del régimen de Trujillo, los trabajadores continuaron organizándose y luchando por sus derechos, lo que llevó a la formación de sindicatos y partidos políticos que representaban una visión de apertura democrática. La lucha del movimiento obrero fue un factor clave para la lucha desde la clandestinidad de los grupos marxistas, que buscaban un cambio en la estructura política y social del país.

La huelga de enero de 1946 de los trabajadores azucareros representó uno de los momentos más importantes durante los gobiernos de Trujillo, ya que logró las primeras conquistas dentro de la dictadura por la vía democrática y benefició directamente a los obreros de la caña. Esta huelga también evidenció la lucha de los trabajadores por mejorar sus condiciones laborales y salariales, y sentó las bases para la formación de organizaciones políticas y sindicales que promovían una visión de apertura democrática, lo que representaba una amenaza para el régimen. A pesar de la represión y el terrorismo de estado, el movimiento obrero continuó luchando por sus derechos y su dignidad, lo que evidencia la fuerza y determinación de la clase trabajadora en la República Dominicana.

El movimiento obrero fue el instrumento de apertura democrática en medio de la dictadura de Trujillo, apartarte de su labor reivindicativa para la mejora de las condiciones laborales, también incursionó en la lucha política con la creación de movimientos de ideas marxista.

Referencias bibliográficas

Dato Pagán Perdomo: ¿Por qué lucha el pueblo dominicano? Imperialismo y dictadura en América Latina, Santo Domingo, Archivo General de la Nación, Volumen CLXXVII, 2012.

[1]- Robert D. Crassweller. “Trujillo la trágica aventura del poder persona”

2 -Roberto CASSÁ, Mauricio Baez” un líder del proletariado …, p. 29.

3 -Roberto Cassá. Movimiento obrero y lucha socialista en la República Dominicana. Desde los orígenes hasta 1960, Santo Domingo, Fundación Cultural Dominicana, 1990.