El canciller Roberto Álvarez llamó a los gobiernos de Iberoamérica a repensar las acciones que se están implementando para garantizar la seguridad ciudadana, además de la alimentaria, energética e hídrica, temas de especial trascendencia para los países del Caribe.
El ministro de Relaciones Exteriores planteó que la ausencia de conflictos interestatales y la prevalencia de la democracia como forma de gobierno en la comunidad iberoamericana son logros por los que la comunidad debe sentirse orgullosa, “sin olvidar que esta es una realidad por la que debemos constantemente luchar. Sin embargo, la ausencia de conflictos interestatales no supone la ausencia de criminalidad y violencia, áreas donde lamentablemente pareciera, por momentos, que nuestras acciones son insuficientes”.
Álvarez consideró que la violencia y el crimen organizado erosionan la base sobre la que se construye la convivencia pacífica y democrática de las sociedades, es decir, la confianza en las instituciones públicas, y a su juicio, esa desconfianza en el poder público para combatir a los infractores de la ley, a los corruptos y al crimen organizado, debilita la capacidad de la democracia para resolver agudos problemas sociales.
“Hacemos un llamado a un nuevo enfoque de cooperación en materia de seguridad ciudadana para compartir mejores prácticas y recursos que nos permitan reducir la incidencia y fortaleza del crimen organizado en nuestra comunidad. Resulta irónico que, siendo América Latina una de las mayores productoras de alimentos del planeta, la prevalencia del hambre y la subnutrición se mantenga como una sombra que opaca los importantes avances en la ruta hacia el desarrollo que hemos alcanzado en las últimas tres décadas”, expresó.
El ministro resaltó que los notorios cambios en el clima y en los patrones de lluvia incrementan la exposición a fenómenos naturales cada vez más poderosos e impredecibles, sumado a otras amenazas como la afloración descontrolada del sargazo en el Caribe y Centroamérica.
El canciller agregó que “sin cooperación para mejorar nuestra resiliencia y adaptación a los efectos del cambio climático habrá más hambre, menos disponibilidad hídrica y por vía de consecuencia mayor inseguridad alimentaria y ciudadana”.