En la producción, comercialización, prescripción y consumo de medicamentos intervienen diversos factores. Diversos intereses y actores interactúan e inciden en las decisiones. Podríamos decir que la situación actual, y en cualquier momento, refleja la correlación de fuerzas entre dichos actores y la vocación de quienes, como autoridad, deben decidir.
En una economía de mercado, como la nuestra, los medicamentos son una mercancía y, como tal, sobre su producción, disponibilidad, prescripción, precios, etc., inciden las dinámicas del mercado sobre oferta, demanda y precios, además de las eventuales manipulaciones que algunos actores, prevaliéndose de posición dominante en el mercado, puedan realizar.
Pero los medicamentos no son una mercancía cualquiera. Resultan indispensables para el mantenimiento y recuperación de la salud de las personas. Son un componente esencial de las políticas de salud y sobre la calidad de la vida. En nuestro país, constituyen más del 50% del gasto familiar de bolsillo en salud; un fuerte condicionante del acceso a los servicios necesarios. En los países de la OCDE, de los cuales hay información disponible, los medicamentos representan alrededor del 20% al 25% del total de los presupuestos nacionales de salud. En la gran mayoría de los países, los medicamentos están sometidos a regulaciones públicas, que a su vez se espera que sean coherentes con las Políticas de Salud y de Protección Social, así como con las políticas sociales en general que procuran la producción y reproducción ampliada de la calidad de la vida y la equidad social.
Por otra parte, los problemas y necesidades de salud de las poblaciones van evolucionando con el tiempo y demandan nuevos productos. Los nuevos principios activos de medicamentos, se originan en procesos de investigación que suelen requerir largos períodos e importantes inversiones; y, aun cuando hay excepciones, suelen estar protegidos por patentes de vigencia internacional, por un cierto período de tiempo, antes que puedan ser producidos como genéricos, por otros laboratorios. En estos períodos de protección, los productores suelen aplicar elevados precios de venta que muchas veces resultan difíciles de controlar. También ocurre que, en muchos casos, los principios activos cuya patente ha caducado, son comercializados en nuevas presentaciones (combinaciones con otros principios activos, o con coadyuvantes, o componentes que hacen más cómodo el consumo, etc.) que no siempre representan mejores efectos terapéuticos, pero permiten su registro comercial como novedad y el mantenimiento de elevados precios en el mercado. Es por eso que entre el 15% y el 20% del número total de moléculas disponibles representa entre el 70% y el 80% del gasto total en medicamentos. Mientras que los medicamentos genéricos constituyen entre el 70% y 80% del volumen total de medicamentos y representan alrededor del 30% del gasto total (OECD).
La prescripción de los medicamentos corresponde a los médicos o a la demanda espontánea, cuando dicha prescripción no es requerida. Por tanto, el buen uso de los medicamentos disponibles requiere también una adecuada interacción entre dichos profesionales, los agentes del mercado, la ciudadanía y los órganos reguladores; lo que no siempre se logra. Además, la distribución, al mayor y al detalle, de los medicamentos suele ser realizada por agentes públicos y privados. Suele haber desencuentros entre los intereses de los importadores, productores locales, mayoristas, grandes cadenas de expendios farmacéuticos y las pequeñas y medianas empresas minoristas. Este segmento de mercado tiende a concentrase en forma oligopólica, con los consiguientes riesgos y daños a los intereses de la sociedad.
Esta complejidad de actores, intereses y procesos involucrados, hace indispensable que cada país establezca Políticas Nacionales de Medicamentos, que definan con transparencia las prioridades correspondientes, los márgenes de beneficio, la interacción entre diferentes actores públicos y privados, y que tiendan a asegurar la disponibilidad, el buen uso y acceso por la población, en condiciones de equidad. La mayoría de los países, incluso en América Latina, cuentan con este tipo de Políticas y en muchos casos reforzadas por leyes y normas de obligatorio cumplimiento. Algunos ya han acumulado experiencia por varios decenios. No así en nuestro país.
El Dr Panos Kanavos, professor de la London School of Economics and Political Sciences, considerado una autoridad mundial en la formulación de Políticas de Medicamentos, ha señalado: “Los precios, las prácticas de adquisición y el consumo de medicamentos … son una gran fuente de ineficiencias en los sistemas sanitarios alrededor del mundo”. Es un tema que no deberíamos posponer más. Difícilmente lograremos mejores resultados en la salud de la población sino garantizamos el acceso equitativo a los medicamentos esenciales requeridos.
Como el Ministerio de Salud Pública, muy acertadamente, ha anunciado que está en proceso de formular el nuevo Plan Decenal de Salud 2030, parece una buena oportunidad para que este tema sea considerado una prioridad. ¡Atrevámonos a formular y aplicar una efectiva e integral Política Nacional de Medicamentos!