Entre el Día de Duarte y la fiesta de la independencia reavivamos nuestro amor a la patria. Como el Día de las Madres, más o menos… que a las mamás se les quiere todo el año, pero durante el mes de mayo nos sentimos invitados a quererlas más.
A este país lo amamos. Nos apasionan sus playas, sus comidas, la resiliencia de su gente. Nos encanta el “friíto” de Jarabacoa y el calor en Las Dunas de Bani. También sabemos que aquí no todas las personas pueden disfrutar de la vida por igual. Entonces nos quejamos, porque sabemos, allá en lo más profundo de nuestro corazón, que este país no es del todo como deseamos que sea para nosotros y nuestros seres más queridos.
Reconocemos la imposibilidad de progresar que tiene la mayor parte de los habitantes. Sabemos que las situaciones de desigualdad social impactan en el acceso a la salud y a la educación de calidad; que no hay seguridad ni respeto a los derechos que la Constitución debería garantizar. Y de nuevo, nos quejamos por eso. O peor aún: asumimos que “así son las cosas aquí” y empezamos a ver la injusticia como algo normal y con ello, a los mendigos como parte del “paisaje”.
La frase no es mía. La dijo una joven que hizo el ciclo de formación de voluntarios del Servicio de Voluntariado Ignaciano de República Dominicana (SERVIR-D). Se acostumbró a los niños en las calles de tal manera que “ya ni los veía”. Un día, sin embargo, vio el aviso de unos encuentros en los que la ayudarían a hallar modos de servir a otros y se anotó. Completó las ocho sesiones requeridas y se integró a una obra de bien social que trabaja para erradicar el trabajo infantil… y empezó a ver.
¿Qué fue lo que vio? Que hay mucho que hacer además de maldecir e intentar sobrevivir; que hay talentos, dones, tiempo y recursos que puestos al servicio de otros pueden ayudar a que nuestro país sea mejor; que podemos, además de preocuparnos por el futuro de las próximas generaciones, ocuparnos de eso.
Lo que el ciclo de formación ofrece es una vía que, tomada en serio, puede ser transformadora. A través del encuentro entre personas y comunidades, del diálogo y la escucha, permite entender las dinámicas de desigualdad de nuestro país y profundizar en sus causas. También vuelve a las personas más conscientes de sus opciones de participación en la sociedad, de nuevas maneras de relacionarnos, conectando la transformación personal con el cambio social.
El 1 de febrero de 2023 comenzaremos a reunirnos vía zoom para recorrer juntos un camino que ofrece miradas nuevas sobre nosotros mismos, sobre las personas en situación de vulnerabilidad o pobreza, y para algunos, quizás una mirada distinta sobre Dios. Quienes quieran formar parte de esas conversaciones pueden escribir al (829) 351-2977 o a servird@gmail.com o llamar al (809) 535-2977.
El voluntariado que propone SERVIR-D, busca principalmente el cambio de estructuras sociales a través del ejercicio de una ciudadanía más consciente, y sin lugar a dudas, más fraterna. Cada encuentro tiene un propósito específico: repasar el rol del voluntariado en la actualidad, conversar sobre las herramientas para un voluntariado eficaz, descubrir dimensiones espirituales del servicio, analizar la realidad social y económica de nuestro país, comprender aspectos importantes de la cultura de la pobreza y encaminarnos a la búsqueda del bien común y la justicia social. Entonces y solo entonces, discernir en qué lugar, con cuál organización, junto a quiénes nuestra vida puede ser signo de esperanza, oportunidad y futuro para otros.
Y quizás sea este el mejor modo de amar a la patria: hacer que la vida digna sea una realidad para todos sus habitantes.