Llegamos al final del año 2021 arropados por una pandemia que ha provocado más de 5 millones de muertes en todo el mundo, además de grandes problemas generados por esta enfermedad.

Al pasar balance nos encontramos aún con la falta de planificación de muchos gobernantes, la persistente incredulidad de otros y el voto castigo dado en elecciones para los gobernantes de la derecha como para los de la izquierda en países como Ecuador, Perú, Irán.

Asimismo, un año en el cual las alianzas llevaron al poder al nuevo canciller de Alemania, al presidente de Chile, al primer ministro Israelí. Fue el año en que el presidente de Haití, Jovenel Moise, fue asesinado. Vimos a los partidos liberales afianzarse en el poder en Canadá, Japón y Países Bajos y en el caso de Honduras, una mujer alcanzo la presidencia.

Sin lugar a dudas, este 2021 el mundo experimentó la desolación de un virus que vivo a acortar nuestra existencia. Enseñándonos a “llorar para adentro” al sepultar a los nuestros, viendo la muerte como la partida hacia un mundo mágico en donde algún día compartiremos con nuestros seres queridos. Recibimos lecciones para que respetemos la naturaleza, aprendiendo de los efectos del cambio climático a raíz de las catástrofes por el huracán Ida.

Tal vez nos sirvió este año crítico para no aferrarnos a nada y a aspirar a forjar la tolerancia, el respeto, el amor y la empatía

También la tormenta invernal Uri, la congelación en Texas, el sismo en Haití, el tornado de Kentucky y las inundaciones a nivel global. Un 2021, que impactó en el desarrollo de la dinámica social, política, y empresarial del mundo. Hubo renuncias masivas a nivel empresarial, pero al mismo tiempo despertó la necesidad individual de emprender proyectos ambiciosos a nivel laboral.

Hubo duros golpes económicos para muchos y las limitaciones permitieron que los humanos iniciaran un proceso de adaptación de las herramientas que el entorno les ofrece.

También continuaron las guerras, las crisis humanitarias, los acuerdos sobre armas.

La muestra de preocupación de EEUU por el despliegue de capacidad militar de Rusia y de China.

Se habló mucho de la dependencia de la humanidad de la inteligencia artificial; de altos niveles de descontento social por programas sin ejecutorias, planes sin desarrollo, tecnologías sin acceso a servicios básicos de los más pobres…la permanente brecha entre ricos y pobres. Un año donde las iniciativas de mejoramiento social se quedaron en promesas futuras. Los problemas mentales como consecuencia del estrés generado por el virus les quitaron la vida a muchas personas.

Hubo un importante paso dentro de la exploración espacial por parte de multimillonarios y sus empresas. ¿Podrá competir con la Administración Espacial Aeronáutica de Estados Unidos (NASA)?. Hubo avistamientos en el espacio que llevaron al presidente Biden a solicitar una investigación para saber “si son una amenaza o no”.

En definitiva, el 2021 nos ayudó a reconocer la importancia del contacto humano en nuestras vidas, de que cada crisis es una maravillosa oportunidad para la reconstrucción de mejores sociedades con mejores seres humanos dispuestos a generar cambios. Para que busquemos armonizar con la naturaleza sin destruirla, aportando todo lo que nos recuerde de dónde venimos y más aún, hacia dónde vamos.

Tal vez nos sirvió este año crítico para no aferrarnos a nada y a aspirar a forjar la tolerancia, el respeto, el amor y la empatía no demandando nada, sino aportando todo lo que tenemos. Ojalá que el 2022 nos brinde un mejor año en el que podamos reflexionar  y que podamos superar los desafíos que enfrentaremos hacia el futuro.