Involucrado voluntariamente hacia finales de los años 90 en actividades de prensa relacionadas con la salud pública, mi primera entrevista importante la tuve con el microbiólogo cubano Jorge Zuazo Silva (30 de agosto de 1936-13 de octubre de 2017). La vida del Dr. Zuazo podría resumirse así: 54 años de carrera, 49 de ellos en la enseñanza superior; 250 ponencias y conferencias internacionales; varias condecoraciones cubanas e internacionales; vicepresidente, luego presidente, miembro fundador de la Sociedad Cubana de Microbiología y Parasitología.

En el Hospital General de la capital haitiana, entre 1996 y 1998, se distinguió por su puntualidad y dedicación. Con sincera jovialidad, redefinió con sonrisa nuestras concepciones sobre el funcionamiento de un laboratorio de análisis médicos. Nos impresionó, sobre todo, la organización de su diaria labor: su pausa para el almuerzo la dedicaba a estudiar el francés. El Dr. Jorge Zuazo Silva y el entonces director médico, el Dr. Jean-Claude Cadet, actual decano de la facultad de medicina (Universidad Estatal), lograron dotar a la población de un laboratorio de alta calidad para los análisis. La construcción de un centro de análisis de referencia en el mayor hospital del país fue una gran preocupación para los médicos y técnicos de los años 50. La misma generación que inauguró el primer banco de sangre en Haití el 12 de junio de 1951. Mi abuelo materno, Ferdinand Vital, técnico de laboratorio, soñaba con construir una institución pública para los exámenes patológicos.

El decano Jean-Claude Cadet en la Facultad de Medicina, por G.M.

A principios de este siglo, durante la visita del ministro dominicano de salud, Dr. José Rodríguez Soldevilla (agosto de 2001), conocí al director general de servicios, el general Marcelo Victoria (E.N.). Ya me interesaba saber cuando tres pacientes vecinos toman un medicamento. ¿Por qué lo tomaron en comprimidos, jarabe o inyectables? Tras la visita de la delegación encabezada por el ministro Soldevilla, los responsables del departamento de comunicación Abigail Peña y Luís García me enviaron documentos interesantes sobre la medicina y salud pública dominicana.

G.Mervilus (entonces traductor-intérprete oficial del Ministro de Salud de Haití) con el general  Marcelo Victoria. Col. G.M.

En 2016, conocí al arquitecto Gustavo Lara, entonces director general de la Cruz Roja Dominicana, destacado conferenciante durante un seminario de dos días en el hotel Marriott de Puerto Príncipe. El arquitecto Lara tiene la increíble capacidad de explicar con calma el estado de salud de cada centro y la ambulancia -si hay…- de nuestra isla. Él conoce los lugares y sus problemas, y también perfectamente a los actores y sus cualidades.

A partir de junio de 2018, entendía mejor algunos de los secretos alrededor del funcionamiento de la salud pública regional. La OMS/OPS organizó una semana de formación para bibliotecarios y documentalistas del campo de salud en el siglo XXI. El seminario fue realizado por la Sra. Verônica Abdala (Brasil), de quien fui traductor. La organización cotidiana de los datos, su correcta clasificación para una toma de decisiones adecuadas habían dejado de tener, técnicamente para mí, la dimensión de magia. La señora Abdala me introdujo en el maravilloso mundo de las bibliotecas electrónicas SciELO y Latindex. Fascinado por las revistas online, descubrí a dos grandes personalidades dominicanas: la doctora Elsie Taveras, la primera mujer latina en ser nombrada profesora de Pediatría en Harvard University, y la arqueóloga Kathleen Martínez. Gracias a este mundo, rápidamente entendí el consejo del Dr. Yuri Zelenski, que me animó a realizar un nuevo álbum del patrimonio fotográfico de la facultad de medicina y farmacia de la Universidad Estatal de Haití (1861). Ya he publicado casi 500 fotos.

Bisnieto de farmacéutico e hijo de una enfermera cuyo padre fue uno de los primeros becarios haitianos de la OMS, a menudo me llaman «doctor». Agradezco a los dominicanos que me ayudaron sin saberlo a llevar el título.