Las recientes declaraciones del aspirante republicano a la Casa Blanca Vivek Famaswamy deberían poner en alerta, en primer lugar, al fofo liderazgo europeo, tan arrastrado y vociferante a la hora de sumarse a las agresiones económicas y militares, incluso perjudiciales a sus propios países, con tal de satisfacer al hegemón en declive.

Según el político republicano, de llegar a la Presidencia pondría fin al conflicto Rusia/Ucrania, reconocería como válidos los territorios conquistados con la “Operación especial”, bloquearía el ingreso de Kiev a la OTAN, pondría fin a las sanciones y propiciaría la reincorporación rusa al mercado mundial, etc.

Sería un tirón sustancial en favor de la convivencia internacional. Las tensiones apocalípticas que estremecen el planeta descenderían en beneficio de todos.

Famaswamy no ha tenido empacho en admitir que fue Estados Unidos quien saboteó los gasoductos Nord Stream 1 y 2, que suplían gas ruso a Europa. Al respecto ha señalado: “Estados Unidos cometió un error al atacar los gasoductos Nord Stream”.

(Los planteamientos de otro aspirante, Robert Kennedy jr, corren en dirección aproximada).

Por razones de sumisión, el gallinero europeo se ha opuesto a que se investigue la acción delictiva ejecutada en el Mar Báltico (septiembre, 2022), frente a las costas de Suecia, en una zona controlada por la OTAN. Teme molestar al amo.

Es de creer que el presidente Biden y el Partido Demócrata, obnubilados por los beneficios multimillonarios del comercio oligopólico, de armas sobre todo, poco les importan las derivaciones catastróficas al acecho.

Si Famaswamy ganara la Presidencia de USA y cumpliera sus promesas ¿dónde iría a parar la cara del liderazgo europeo, tan comprometido en provocaciones, sanciones y agresiones?

Produce vergüenza ajena pensar en la situación en que quedarían Jens Stoltenberg, Emmanuel Macrón, Rishi Sunak, Olaf Scholz, Andrzej Duda, Pedro Sánchez, Úrsula von der Leyen, Josep Borrell y los demás integrantes de la granja.

Vergüenza ajena, claro, poque vergüenza propia ni por asomo. ¿Qué vergüenza va a haber en quienes tienen en la rendición incondicional una razón fundamental de su existencia?

De darse el triunfo de Famaswamy (?) habría que asumir que los líderes europeos -haz de “bípedos implumes de uñas anchas”, como se adelantó a definirlos el filósofo Platón-, acostumbrados a la proskynesis del súbdito, no solo doblarían la cerviz, arquearían la espalda y se postrarían reverentes, sino que se pelearían entre sí por demostrar redoblado servilismo ante el nuevo yudhishthira. Es su pobre naturaleza.

Como adorno a su reinserción, veríamos correr la baba sobre la mesa, justificada en voz baja con palabras como resiliencia, pragmatismo, adaptación, contextualización….

Desde luego, soñar con el triunfo de Famaswamy en las elecciones del 5 de noviembre del 2024 luce un ejercicio descarriado de la imaginación.

Suele decirse que soñar no cuesta nada; pero si “la vida es sueño”, como diría Calderón de la Barca, valor han de tener los sueños.

En todo caso, los planteamientos de Vivek Famaswamy se perciben como una campanada, válida y oportuna, a fin de que el liderazgo servil, europeo sobre todo, mantenga engrasadas las unidades de vileza alojadas en la calabaza depositada sobre sus hombros.