La Ventaja de Johari es una herramienta propuesta por Joseph Luft y Harrington Ingham con el fin de desarrollar autoconocimiento, bajo el supuesto de que hay características solo conocidas por la propia persona y otras por los demás que, en su relación, ofrece nuevas oportunidades de crecimiento personal.

Se trata de generar procesos que permitan a cada persona un conocimiento más profundo y real de sí mismo y, de esa manera, tener la posibilidad de desarrollar un Proyecto de Vida para darle, precisamente, un sentido a su vida a través de propósitos y metas, acciones y tareas formuladas por sí mismo a partir de su realidad, apostando a su desarrollo personal.

Muchos jóvenes viven hoy una realidad compleja y difícil situados en contextos familiares y sociales de igual complejidad. Familias desestructuradas y violencia, referentes sociales solo encaminados hacia el disfrute de los sentidos y la sexualidad, entre otras cosas, los conducen hacia el individualismo y la pérdida del sentido del otro.

Un mundo como el de hoy en que los estilos de vida y de ser están principalmente marcados por un mercado transnacional que nos envuelve en una especie de comunidad planetaria conducida a soslayar lo propio, lo que nos da identidad y nos hace seres situados en contextos histórico-sociales determinados.

Esta pérdida paulatina de identidad personal conduce hacia la pérdida de la identidad social, pues terminamos siendo el objeto maleable y primordial del mercado de consumo internacional. Se nos induce a ser lo que deja grandes beneficios a las multinacionales en todos ámbitos. Las redes nos envuelven en ese mundo lucrativo de negocio.

Ser capaces de recuperar nuestra identidad personal y social, y con ello, nuestro proyecto de vida es lo que proponemos con el uso de este modelo. La escuela puede y debe colaborar en este esfuerzo de recuperación de humanización primordial: seres solidarios que nos encaminamos con nuestras particularidades a una vida de bienestar común y solidaria.

Por la complejidad del tema su aplicación en los contextos grupales, y de manera particular escolares, supone la creación de un clima de confianza y respeto que debe ser promovido y mantenido de manera permanente por los profesionales de la orientación y psicología, a fin de preservar la integridad de cada estudiante. Es una labor que requiere cuidado.

La escuela tiene el propósito de desarrollar en sus estudiantes competencias que les sean útiles para la vida, que les permita construir a lo largo de sus años de escolaridad competencias para enfrentar, como ciudadanos conscientes y responsables, los retos de la vida personal y social en el presente y el futuro, ya como adultos.

No es una tarea de un día ni mucho menos de un taller, sino el esfuerzo continuo por apostar a la irrupción de modelos de vida saludables encaminados al bienestar personal y colectivo. La reflexión crítica y la búsqueda de nuevas maneras de pensar y actuar en su realidad, debe ser el propósito que guíe este esfuerzo.

Una posible estrategia para seguir en este proceso lo constituye lo que se conoce como Indagación Apreciativa, proceso y metodología que al mismo tiempo que impulsa el cambio, fortalece los aspectos positivos de la persona y la institución (escuela y familia), convirtiéndolos en hábitos promotores del crecimiento y la motivación.

Es un proceso desafiante que busca maximizar el potencial positivo para el cambio cultural e integral, el desarrollo de liderazgo en el marco de comunidades de aprendizaje, involucrando a todos los actores de la escuela en una estrategia colaborativa en la toma de decisiones y el desarrollo de nuevas perspectivas de vida.

En fin, de lo que se trata, es de brindarle a estos jóvenes la posibilidad de ser sujetos activos en el desarrollo de una narrativa nueva de sus vidas, una nueva manera de concebirse a sí mismos y a su entorno, identificando los valores positivos y convirtiéndolos en la guía fundamental de su vida personal y colectiva.

En un clima de respeto y confianza se pide a cada integrante del grupo lo siguiente:

  1. Hacer una lista de las características o rasgos que lo distinguen o definen como persona.
  2. Hacer que otras personas con las que tiene una relación habitual y de respeto haga otra lista de lo que le atribuye a su persona.
  3. Comparadas ambas listas se ofrece la oportunidad de iniciar la Ventana de Johari particular de cada uno procediendo de la siguiente manera:
    1. a) Clasificar como característica o rasgos públicos aquellos que la propia persona y los demás coincidieron.
    2. b) Clasificar como características o rasgos ciegos aquellos solo señados por los demás.
    3. c) Clasificar como ocultos aquellas característica o rasgos que solo identifica la propia persona, pero no los demás.
    4. d)Los rasgos y características que no encajan en ninguna de las categorías quedarán en el área desconocida que podrían o no ser tomadas en cuenta posteriormente.

Concluido el ejercicio se pasaría, en primer lugar, a una reflexión personal acerca de los resultados, para posteriormente y en un ambiente positivo y confianza, compartir dichas reflexiones evitando cuestionar lo dicho por los demás y la autodefensa, pues se trata solo de sus percepciones.

Es importante insistir en que lo fundamental es asumir como fortalezas lo que podrían considerarse rasgos o características positivas, los que deben ser no solo reconocidos sino fortalecidos. Aquellos que pudieran entrar en la categoría de negativos, serían áreas de trabajo de la propia persona.

El proceso debe ser acompañado para que los estudiantes puedan desarrollar su proyecto de vida particular y así iniciar un proceso de florecimiento personal.