Al llegar a los últimos días de mi vida en la Tierra, entre las cosas que me quedan por anhelar y decir, es lo siguiente: que halla UNIDAD EN LA DIVERSIDAD EN EL CUERPO MISTICO DE JESUCRISTO: LA IGLESIA.
¡Vean qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos! (Salmo 133:1; VSB 1994).
La unidad debe estar en la Iglesia Cristo-Céntrica, que es la unión con Jesús aquí en la Tierra; por tanto, es necesario estar juntos aquí, si pretendemos estas hermanados alrededor del Trono del Padre Celestial, en la gloria eterna.
Es vergonzoso, deplorable e inaceptable los continuos conflictos, intrigas, luchas y divisiones de los llamados seguidores del Cristo-Rey, y Señor de todos. Esto es lamentable, y no debe ser.
Estimado lector, por su seriedad y compromiso de dar testimonio de fidelidad cristiana, se recomienda tomar un momento, para hacer esta oración por la unidad de la Iglesia Universal.
“Oh, Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, nuestro único Salvador, el Príncipe de Paz: danos gracia para que de corazón consideremos seriamente los grandes peligros en que nos hallamos por nuestras desdichadas divisiones. Aparta de nosotros todo odio y prejuicio, y cuanto pudiere impedir una santa unión y concordia; para que, así como no hay más que un Cuerpo y un Espíritu, una esperanza de nuestra vocación, un Señor, una Fe, un Bautismo, un Dios y Padre de todos, así seamos todos de un corazón y un alma, unidos en vínculo sagrado de verdad y paz, de fe y caridad, y con una mente y una voz te glorifiquemos; por Jesucristo nuestro Señor”. Amén.