“Las apariencias engañan” es un viejo refrán que no pierde vigencia. Mario Vargas Llosa y Leonel Fernandez así lo corroboran con postulados afines, al señalar el primero que la cultura ha devenido en la “civilización del espectáculo” y el segundo que en política lo que cuenta es “la percepción”. Tales sentencias aplican para evaluar la gestión del actual ministro de Turismo, la cual exhibe luces y sombras. ¿Califican las sombras a David Collado como un político populista?
El marco referencial de la evaluación no se puede limitar a las “apariencias” que se perciben por las fotos y las noticias. Lo fundamental es discernir si las actividades reportadas por la prensa, mas lo que pueda decantarse de rumores y reportes informales, están en consonancia con las prioridades sectoriales de la gestión. Hay que juzgar la gestión en función de si ha contribuido a la estrategia de especialización turística del destino y a la consiguiente tarea de fortalecimiento del producto turístico. Esas son las prioridades que requieren los intereses colectivos de la sociedad.
Previo a su nombramiento Collado fue objeto de la especial distinción de recibir en su hogar una visita del presidente electo. Los mentideros políticos dicen que la misma no fue motivada por el trabajo excepcional que había hecho Collado en la Cámara de Diputados o en la Alcaldía del Distrito, ni tampoco porque hubiese hecho un trabajo colosal durante la campaña electoral del PRM. Sencillamente el presidente electo reconocía la contribución financiera obtenida por el joven político de un miembro de una poderosa familia.
Entre las 23 posiciones del gabinete el cargo asignado se tiene como el más glamoroso y se presta para la exposición pública. Le conviene a quien se le atribuyen aspiraciones presidenciales; más endemoniado resultaría el Ministerio de Interior y Policía. Tradicionalmente el cargo ha implicado viajes al exterior para el incumbente de la cartera, a veces con una justificación muy cuestionable, en parte por las limitaciones que los incumbentes han tenido respecto al idioma inglés. Los viajes de Collado siguen una practica muy enraizada entre nuestros incumbentes de turismo.
Al despegar su gestión Collado causó buena impresión cuando llevo un staff calificado –aunque desconocedor del turismo– y reclutó a un calificado empresario del sector como Asesor Honorífico. También se proyectaba como un funcionario diligente frente a los desafíos sectoriales de la pandemia, siguiendo las directrices del Gabinete de Salud. Buscando la recuperación del sector impuso inclusive una multa a un hotel que desafió los protocolos sanitarios (aunque no se sabe si esa multa se cobró). No gustó, sin embargo, que al inicio se hiciera acompañar de dos “franqueadores” y una yipeta adicional de guardaespaldas, una práctica defenestrada eventualmente por un decreto presidencial que limito los beneficiarios. Hoy en día tampoco gusta que sea casi imposible conseguir una cita para verlo (de lo cual quien escribe es testigo).
Durante ese periodo Collado dio muestras de una especial sensibilidad hacia los reclamos del empresariado. Los empresarios, por su parte, procuraron que todo su personal se vacunara a tiempo y que los hoteles contaran con facilidades para hacer frente a cualquier caso de Covid que surgiera. Eso desembocó en una colaboración efectiva y sin precedentes entre los sectores público y privado. Y aunque las principales medidas oficiales fueron importadas de otros países (seguro de salud, prestamos del Banreservas), el ministro actuó diligentemente para su rápida adopción. Sin embargo, deberá admitirse que las bases de la recuperación las sentaron las oportunas y sabias decisiones del Gabinete de Salud sobre el levantamiento de las restricciones de viaje.
La cobertura de prensa sobre las actividades del ministro revela tres diferentes ejes principales. El primero es el de dar palazos con el presidente para inaugurar la construcción de proyectos nuevos. El segundo es el de comparecencias ante agentes de viajes en el exterior (Canadá, EEUU) y la asistencia a ferias turísticas. Y el tercer eje es el de los rimbombantes anuncios sobre el aumento del flujo de visitantes. El primero es una exposición justificada, aunque muchos creemos que la costumbre de inaugurar proyectos nuevos por parte de las autoridades debe cesar. Pero los dos últimos se abren a serios cuestionamientos y a las peores críticas a su gestión.
Con relación a los numerosos “road shows” y asistencia a las ferias debe señalarse que son practicas del pasado que no se compadecen con las actuales prioridades sectoriales. Esto así porque ya nuestra industria turística está madura –tal y como lo ha señalado el mismo Collado—y es al sector privado (cadenas hoteleras, turoperadores y líneas aéreas) a quienes le toca hacer su promoción del destino y sus productos. Ya no se justifica que sea el estado quien haga esas tareas y proyectar la imagen de que el ministro y su ministerio son los actores protagónicos es un desfase muy perjudicial para los intereses colectivos. Tal prioridad no se compadece con las actuales. Collado en eso replica las practicas obsoletas de ministros anteriores (quienes reproducían siempre lo que hacían los primeros incumbentes por no tener capacidad para cambiar).
Si bien Collado declaró que le ha ahorrado RD$8,500 millones al fisco al eliminar gastos promocionales espurios, su protagonismo promocional en el exterior debe cesar. Si bien actualmente se manejan los fondos promocionales con transparencia y honestidad, sobredimensionar la importancia de la asistencia del ministro a ferias de turismo y a presentaciones ante agentes de viajes equivale a crear un espejismo malhadado ante la opinión publica de que el estado debe seguir a la cabeza de la promoción internacional que haga el Estado. Ya es tiempo de que esas tareas se le deleguen a los viceministros y que el ministro se quede en el país atendiendo a las prioridades del desarrollo del producto turístico. Sus prioridades requieren permanencia en el territorio y delegar las francachelas estatales de las ferias a subalternos.
La asistencia a las ferias es una debilidad gerencial del ministro porque se proyectan “apariencias” que son patentemente falsas. Decir por ejemplo que en un par de días de FITUR se captaron nuevas inversiones por mas de US$3,450 millones es una barrabasada. Ningún inversionista toma una decisión como las anunciadas sin antes haber pasado meses evaluando el país y el sector turístico. De ahí que lo que se proyecta como un logro personal, para un país que ya ha alcanzado cierta sofisticación en materia turística, orilla la ridiculez. Esa practica populista hace mucho daño a las aspiraciones presidenciales de Collado porque lo presenta ante la quisquillosa clase media como el tipo de politicastro que rechazó la Marcha Verde.
El otro eje de atención periodística es el de los espectaculares anuncios mensuales que retumban con las cifras del crecimiento del flujo turístico. Utilizando costosas pantallas gigantes que ofrecen datos con números de tamaño descomunal, se avasalla a un auditorio cautivo que, por la cantidad de datos presentados, se olvidan al instante. Pero si lerda es la táctica publicitaria lo peor es que el rigoroso crecimiento del flujo no se debe a la gestión del ministro. Es bien conocido que el repunte del flujo turístico se esta dando a nivel mundial (y particularmente en el Caribe). Había una “demanda contenida” creada por la pandemia que ahora busca redención. Además, presentar al crecimiento como el logro mas importante es ignorar que las prioridades de hoy deben ser las de mejoramiento del producto turístico. Collado entonces esta trillando en su gestión un camino equivocado.
Deberá admitirse que algunas de las iniciativas de Collado representan intervenciones que mejoran el producto turístico. Así califican las de las playas de Macao y Palenque y la de los balnearios Los Patos y Saladilla en Barahona. También las remodelaciones de los malecones de Cabrera y Santo Domingo Este, amen de las obras de remozamiento urbano en el Centro Histórico de Santo Domingo. Pero esas no son las más urgentes prioridades y otras acciones tales como la remodelación del parque de Bánica y el millonario aporte para la remodelación del comedor de la Armada en Sans Souci mucho menos. Tales desvaríos demuestran lo provechoso que seria contar con un Plan Integral de Desarrollo Turistico, tal y como lo tienen nuestros principales competidores (Cuba y Cancún), para guiar las decisiones ministeriales.
Las prioridades actuales de la gestión pública demandan que el ministro no viaje al exterior y conduzca todas sus gestiones con agentes extranjeros vía Zoom u otros medios digitales de comunicación. (Por ejemplo, la gestión de conquistar a Air France para que vuelva al país y la reconquista del mercado alemán no tienen que hacerse en la ITB de Berlin.) Es mas importante que el ministro salga en la prensa en reuniones en Bávaro-Punta Cana acerca de sus prioridades: plan de ordenamiento territorial de la provincia La Altagracia, plan de desarrollo urbano del Distrito Municipal de Punta Cana-Verón, medidas de subsanación al agotamiento del acuífero de la Región Oriental. O que enfrente los problemas de Sosua y Cabarete trabajando con los comunitarios. Esa sería la cobertura de prensa que más le conviene electoralmente.
¿Será David Collado un buen candidato presidencial? El tufo plutocrático que lo acompaña provocará encendidos ataques durante una campaña electoral que lo incluya como legítimo aspirante. La evaluación anterior sugiere, entonces, que su gestión turística debe alinearse mejor con los intereses de las grandes mayorías si quiere lograr votos. Y eso pasa por crear las “apariencias” genuinas de quedarse en el país a resolver los graves problemas del sector (ver gráfico), lo cual producirá mucho más luces que sombras.