Las muertes de ciudadanos luego de ser detenidos por la Policía Nacional dominan la opinión pública dominicana desde hace aproximadamente un mes.

Y no es para menos, los excesos en el uso de la fuerza de parte de la institución llamada a proteger vidas y bienes han llegado a límites que la procuradora general de la República, Miriam Germán Brito, lo definió como “barbarie e inhumanidad”, en su más reciente intervención sobre este particular.

Germán Brito se refería a los casos de David de los Santos quien falleció en el Hospital Doctor Darío Contreras luego de ser trasladado del Hospital Francisco Moscoso Puello, lugar donde fue llevado por una ambulancia del Sistema Nacional de Atención a Emergencias y Seguridad 9-1-1, desde el destacamento policial de Naco con golpes, que según las investigaciones preliminares fueron propinados por presos con quien este compartía celda y la complicidad de los agentes de servicios en esa dotación.

De los Santos había sido detenido por un incidente aún no esclarecido en el centro comercial Ágora Mall.

Otro de los casos que motivaron estas palabras de la magistrada es el del joven de San José de Ocoa, José Gregorio Custodio, a quien agentes policiales lo detuvieron violentamente y lo entregaron moribundo a un hospital, donde posteriormente falleció.

En ambos casos hemos escuchado y leído de nuestras autoridades el mismo discurso, “esto refleja la necesidad imperiosa de reformar nuestra Policía Nacional”, “la profesionalización de la Policía no puede esperar más”, “es impostergable la reestructuración de la uniformada”, “estos casos evidencian que la Policía Nacional necesita una reingeniería a lo interno y a lo externo”, “estamos total y absolutamente indignados y prometemos que habrá cambios para evitar que esto vuelva a ocurrir”.

Estas líneas y muchas otras surgen como reacción a hechos que por su relevancia impactan al país y al mundo.

Solo han funcionado para traer a la palestra pública y de forma reactiva la tan cacareada “Reforma Policial”, dando a entender que al parecer es necesario que este tipo de acontecimiento tome vida para que sea retomado uno de los temas al que todos los gobiernos han dejado de lado.

¿O más bien será que el ADN o el origen de la reforma policial que promueve el presidente Luis Abinader la tiene condenada a que solo tome relevancia cuando salen a la vista atropellos policiales como los descritos anteriormente?

Recordemos su mensaje cuando con palabras entrecortadas por su indignación ante la muerte de la pareja de pastores evangélicos a mano de agentes policiales durante un “confuso” incidente en Villa Altagracia el 30 de marzo de 2021.

Cito

“Esta triste noticia me reafirma, aún más, mi compromiso irrenunciable a una reforma policial que sea integral, que se rija por protocolos éticos y que la lleve a ser un cuerpo que cuide y proteja a todos los ciudadanos dominicanos”.

Citamos también sus palabras ante la muerte de la arquitecta Leslie Rosado a manos del cabo de la Policía  Janli Disla Batista en Boca Chica, cuando esta salía del cumpleaños de su padre junto a su hija y regresaba a la capital dominicana. El hecho ocurrió el 2 de octubre de 2021.

“No se van a tolerar esos casos, ahora eso nos lleva a que es de urgencia la reforma a la Policía y estamos trabajando cada día para eso, pero no puede ser una reforma como se ha hecho antes, con unos parchitos, es una transformación que tiene que haber empezado por cada uno por hacerle las evaluaciones".

“No es fácil, es una estructura (en la Policía) que se ha formado y que está así por décadas pero es nuestra responsabilidad transformarla y eso lo vamos a hacer”. Fin de la cita

Ojalá el tiempo y las propias ejecutorias desde el Estado no nos den razón y se lleve cabo la tan cacareada Reforma Policial para que esta no siga siendo reactiva y genere las condiciones que permitan lograr un trato humano y de respeto de nuestros agentes hacia la ciudadanía a la que está llamada a proteger.