La muerte siempre es y ha sido motivo de múltiples miradas, desde la desgarrante angustia que acompaña al doliente, hasta la ritualización que la transmuta a lo temido que aún nos embarga y sumerge en la nebulosa de lo desconocido que representa la muerte en la cultura humana. El recuerdo melancólico, la secularización que combina dolor y catarsis, hasta la necrofilia de exaltación siempre bondadosa y a veces poco sincera, hacen de este pesar, el de mayor desconsuelo para las sociedades. La vida es un destello, la muerte es eterna, porque es la gran verdad, nos negamos a asumirla y nos sumergimos en su desolación y pesar, siendo el pésame la consolación terapéutica que nos oculta la afección y la pena, pero siempre bien recibido como contrapeso al dolor.

Roberto Sánchez Persinal
Roberto Sánchez Persinal

Yo quiero hacer una pausa a mi seriado sobre momentos de la historia y dedicarle unos párrafos a quien en vida hizo obra, trazó metas, cumplió con fidelidad convicciones y dio amor, comprensión, parsimonia y convivencia a quienes trató en vida, el ingeniero agrónomo Roberto Sánchez Persinal, primo y gran ciudadano que la patria ve alejarse en plena vitalidad y aportes a las mejores causas de este, su tierra martirizada por la exclusión, e hizo camino al andar, como dijera el canta-autor Joan Manuel Serrat, parafraseando al poeta español Antonio Machado.

El devaneo de los líderes nacionales y el fraccionamiento de sus causas y sus continuadores, lo comprometieron al cambio social apostando por una mejor sociedad. Él fue un convencido de las mejores causas por una nación diferente, entregó su vida a la causa que se abrió camino muy joven y que luego continuó hasta el final de sus días. Me enseñó la lección que, en medio de las veleidades de la vida, se puede ser tenaz y perseverante, evadir las mieles amargas y evitar las manchas de las tentaciones que nos desnaturalizan.

Roberto Sánchez, se nos fue joven, con el mismo ímpetu que en el Liceo Víctor Estrella Liz- La Perito-, inició su fase formativa juvenil, lleno de inquietudes, se unió en las causas sociales en boga y buscando un país más igualitario, más esperanzador, menos excluyente, para con grandes sueños, construir una democracia justa, equilibrada e igualitaria.

Nos perdimos en la lucha en que muchos dejaron sus vidas, era la década de los ´70 del siglo pasado y empuñó, para nunca soltar, una antorcha de dignidad, ética, sacrificio, un don de bien, bonhomía, su elocuente paciencia de escuchar, conversar sin atropellar y luego, más luego, entregarle al país un gran profesional de la agronomía que terminó especializándose en una Maestría en Recursos Naturales y en Estudios de Impactos Ambientales, Gestión de Cuencas Hidrográficas, Cambios Climáticos y Suelos, aportando sus conocimientos a las instituciones a las que le sirvió como el Ministerio de Medio Ambiente, INDRHI, INAPA, Fundación Sur Futuro. Docente y funcionario académico de la UASD, y profesor igualmente en INTEC, O Y M, PUCMM, APEC, Universidad Central del ESTE y la UNPHU. A su espacio profesional se vinculó a través de los gremios que le era demandante y conectados con su profesión como el CODIA y miembro del Comité Central del Partido Comunista del Trabajo, como parte de sus haberes y compromisos sociales.

Tranquilo, sosegado, pero firme en sus ideas, Roberto Sánchez, ido a destiempo, son de la gente que hace poco ruido, pero deja muchas huellas por donde pasa y con quienes se rosaba. Robertico, como solía decirle, sabía desligar lo partidario de lo familiar, de lo social, de lo profesional, de las amistades y de los familiares, y eso lo hizo grande entre quienes lo conocimos y lo tratamos.

No todos dejamos cicatrices, aunque todos pasamos por esta vida, algunos intrascendentes por su poca solidaridad, y otros egoístas en el accionar que a veces nos marcan negativamente, pero quienes recordamos con dolor insustituible, con un recuerdo irremediable de pesar, con una ansiedad inexplicable de las causas de su ausencia, nos llena de pesar y pena su ausencia, su interrupción de vivir y seguir a nuestro lado. Gente que se entrega por el bienestar de los demás, trasciende por encima del inmediatismo de la vida, porque su impaciente recuerdo nos remite a un desgajo del alma que no encuentra a veces, racionalidad, sino vacíos.

Roberto Sánchez, merecía lo que la sociedad en su propia inequidad da en demasía a muchos ciudadanos cuyos méritos desdicen del nivel que alcanza el homenaje rendido. Pero no es para quejarnos ahora, sabemos que es inevitable la muerte, lo que no es aceptable es cuando no se espera, cuando nos arranca con la desolación de su presencia, un ser querido para los allegados, y recordado por aquellos que aún lejos, fueron tocados por sus sinergias sensibles de hombre bueno, abnegado, inteligente, afectuoso, respetuoso de las diferencias y cándido en el trato.

A estos merecidos ciudadanos, esta sociedad a veces los invisibiliza porque la desnuda en su pobreza espiritual, ética, humana y su doble moral, por eso mi pausa para recordarlo, honrarlo, dimensionar su estatura social y su compromiso, sus aportes profesionales y su elegante y comedida manera en el trato, conductas propias a los seres que nos llegan para bendecir, no para maldecir. Paz a sus restos.