Desde tiempos ancestrales, diríamos cuando la Villa del Bonao recibiera su escudo en arma el 7 de diciembre de 1508 como cuarta Villa Blasonada -Blasón refiere representación en forma de escudo con los emblemas y/o lemas que representan una nación (RAE)-, pudiéramos también hacer constar que desde antes, sería 1494, cuando se crea su primer ayuntamiento, este pueblo guarda en sus anales profundas contradicciones sociales y prácticamente la cultura de la trama y la confrontación entre sus instituciones de carácter social, gremial, cultural y hasta literaria.
Génesis y hechos:
Aunque el comportamiento es ancestral, en razón de que solo se oyen las crónicas y las anécdotas de situaciones de la época Colonbina, cuestión que no es extraño, por la propia conformación de los aventureros que zarparon los mares detrás de lograr la empresa de los Reyes Católicos de España a buscar, no especias, sino oxígeno para un imperio que apenas se había liberado de los árabes que lo subyugaron por más de 700 años, y cuando lo soltaron, estaban en inopia.
Pero producto de la herencia de la conquista de quisqueya, resulta lógico que por efecto de la propia socialización de la suplantación indígena por las huestes de Colón, se irían formando patrones de lucha por el control y la hegemonía de las instituciones sociales que se expresaban a través de las entidades recreativas y convivencias de los munícipes. En este particular, la Villa del Bonao no pudo ser la excepción. Ahora, documentalmente para nuestro juicio esta patología social se empieza a manifestar con los primeros centros recreativos que datan del 1910. A decir del profesor Francisco A. Batista García, en Historia de Bonao, 1961, p.192, expone que en la creación de los primeros centros recreativos se unieron caballeros, mozos y otros sectores sociales, para crear el Club de la Juventud, la fecha dicha más arriba, el cual según la fuente, fue el primero que se fundó de esta especie. Mismo que fue instalado en la calle el Comercio, en la llamada ¨casa la colorá¨-digo yo, sería cerca de la casa de don Antonio Paulino-
Y aquí viene el problema que parece ser latente como dialéctica de las contradicciones, afloran tangiblemente, los disgustos entre los socios y no se hizo esperar, e inmediatamente dio al traste con la formación del llamado del ¨Club del Comercio¨-originalmente de ese mismo nombre, a esa calle también se le llamó, José Trujillo Valdez, y Padre Billini. Sin embargo, poco después, producto de un grupo disidente, que entendiendo que se había dejado una gran parte del cuadro de socios de muchas personas, importantes, se forma el Club La Esperanza, el cual estuvo instalado en la casa ubicada entre las calles San Antonio y la Mella (Justo ahora detrás de la Plaza de la Cultura), en una casa que le llamaban, doña Jacinta Hernández de Velásquez. (Para mí la casita donde vivió Egidio Velásquez Sosa, el viejo Jillo. Es decir, que producto del divisionismo imperante y del fantasma de la chismografía y la división, se crearon los tres primeros centros de Bonao. Y ni imaginarnos las diatribas y las rebatiñas escenificadas como principales causales de las disidencias o el interés de crear tienda aparte.
Sin embargo, según nos refiere la fuente, resulta que el acta de instalación del Club mencionado más arriba, fue quien sirvió de organizador de la Gran Feria ¨La Era de Trujillo en Marcha¨. Todo bajo el control total del General J. Arismendi Trujillo Molina (…)
Y aunque aquí se vea un brinco del trayecto histórico, volvemos a retomar un poco la cronología. El hecho cierto es que las tres sociedades eran enemigas una de la otra. Y sus relaciones se desenvolvían entre las rebatiñas, chismes, zancadillas y tramas. Es entonces, que luego el gobernador de la Vega, Fermín Rodríguez, casi con vergüenza ajena, al ver las grandes confrontaciones y enemistades irreconciable, provocó una reunión de todos los miembros y se constituyó, de tal iniciativa el ¨Club Unión¨ -de donde habrá sacado el profesor Guaroa el termino para proponer la formación de la Unión de Escritores (…), es decir, al ser testigo-Guaroa, de todas las rebatiñas históricas y comprobarse la realidad, que hasta generó –es decir era evidente-, que el propio gobernador de la provincia, haya venido a constituir un club que los aglutinara a todos, y de esta reunión que surge el ¨Club Unión¨, el cual se extinguió hacia el año 1922.
Cabe decir que todas la patología de rebatiñas de trasladó para los subsiguientes centros sociales, recreativos y culturales. Ahora cabe aclarar que la razón principal de la extinción o desaparición del Club Unión, no fue tanto por las rebatiñas y los chismes internos. Se achaca principalmente a unos ventarrones que afectaron dichas instalaciones. En efecto, en el tramo de 1922-1926-cabe decir antes, que el sistema de alumbrado se instala en Bonao, el 4 de mayo de 1925-(Ibídem Ob. Cit. p. 215),la realidad de las instalaciones de las instituciones en materia de locales, era precaria, por lo que las fiestas y las actividades se desarrollaban en las salas de cines-aquí también, cabe acotar, que en 1918 se instala el primer salón de cine, con el nombre ¨Carmen¨, cuyo dueño era Manuelico Aybar-, pero bien, retomando la esencia, el 12 de enero del 1926, se cuaja la idea de la construcción del Casino del Yuna. Y créame, la primera asamblea, que se hizo en la casa de Secundino A. del Villar, contaba con una gran parte de los disidentes de los centros anteriores. Es decir, que el germen de las rebatiñas se trasladó de sitio (…)
Y lo digo, porque precisamente, producto de los mismos descontentos de carencia de unidad y por lo que dice la fuente, por descontentos entre algunas familias de la población, surgió entonces, el ¨Club Porvenir¨, compuesto por socios renunciantes del Casino del Yuna. El cual aunque empezó a construirse, no llegó a terminarse porque el ciclón San Zenón, que entró junto con la dictadura de Trujillo, lo destruyó. (Y parece que este último reducto de las organizaciones sociales y culturales, dejó el síndrome de la disidencia, la división y las rebatiñas como algo que viene entronizado en la conducta social y cultural de nuestro pueblo. Y finalmente, cabe decir, a modo de conclusión, que sobre ese particular parece que ha pasado lo mismo que en la fiesta de los perros, que engancharon sus partes en unos clavos y cuando se armó el pleito, cada quien se puso el rabo que encontró, todo lo cual, todavía al día de hoy los caninos se huelen sus partes, todavía buscando su rabo original, y no lo encuentran aún.
Y no nos ha de extrañar las rebatiñas que se vive en cada gremio de nuestro Bonao. Así parece que se ha querido meter hasta en la asociación de escritores, la plaza de la cultura, el propio casino, y del Country ni hablar, así como de otras tantas instituciones culturales, de reducidas excepciones, siempre está pendiente ese síndrome, no sé si dejado por Petan, o una conducta aprendida que caracteriza la convivencia social y cultural del entorno ¡Zafa, ojalá no nos arrope este flagelo hasta tener que devorarnos hermanos con hermanos!