Durante las cuatro décadas en que el país ha sido un destino turístico, nunca la promoción turística internacional había sido tan poco necesaria. Con la vacunación y los protocolos sanitarios existentes la confianza de los viajeros está retornando y la demanda contenida es tan vigorosa que no será necesario hacer un gran esfuerzo promocional (de parte del Estado) para que los flujos turísticos se reactiven. Pero aún menos necesaria es la promoción turística para el Centro Histórico (CH) de Santo Domingo. Tal conclusión se deriva de un breve análisis de sus mercados emisores de turismo extranjero y de su probable evolución.
Algunos datos claves revelan las razones del optimismo. En el 2021 la RD recibió casi 5 millones de turistas no residentes de vía aérea, un volumen cercano a los 6.6 millones del 2018. La noticia de que en este año se operaran unas 48 nuevas rutas áreas induce a pensar que llegaremos a ese récord histórico de turistas posiblemente en el 2023.
A nivel mundial, Fritz Joussen, CEO de TUI Group, la mayor empresa turística del mundo abriga la esperanza de que en este año se podrá recuperar los niveles del 2019. Según la Asociacion de Hoteles y Turismo del Caribe, también la industria turística de la región dará el frente a ómicron y no se dejará vencer. Si añadimos la demanda contenida por la pandemia es dable vaticinar que la recuperación mundial y regional de la industria turística continuará vigorosamente, siempre y cuando no se presenten imprevistos malignos de la pandemia. Algunos científicos predicen que el ómicron acabará con ella.
Por su lado, la capacidad de atracción de nuestro CH perdura y ya se han comenzado a ver las hordas de turistas extranjeros que regularmente lo visitan. Si en el 2019 lo visitaron más de 731,000 es muy posible que este año se llegue cerca de esa cantidad, con la perspectiva de que el volumen seguirá creciendo a medida que se restablezca la ocupación de los hoteles de Bávaro y Punta Cana, su principal mercado emisor. Los tropiezos que confronta la reactivación de los viajes de cruceros no desaniman a sus propietarios y se espera que ese segmento continúe sus operaciones. Como para los cruceristas que llegan a Santo Domingo el CH es casi una visita obligada resulta predecible que ese flujo al CH continuará creciendo también.
Frente a las seguras perspectivas de crecimiento de los dos mercados emisores de visitantes extranjeros a nuestro CH cabe preguntarse dos cosas: 1) si es deseable promover el crecimiento del flujo más allá de lo que pueda suceder por efecto natural, y 2) en qué medida sería justificado circunscribir la promoción turística al segmento de los interesados en el turismo cultural y/o histórico. La evaluación de estas dos vertientes del análisis demostrará lo innecesario de cualquier gasto de promoción internacional del CH.
A pesar de que las visitas al CH provenientes de Bávaro, Punta Cana y los cruceros son solo diurnas y duran menos de seis horas, algunos observadores son de opinión de que se está llegando a un punto de saturación turística. Señalan que de continuar esta masiva afluencia de visitantes se generara una “turismofobia” por parte de la población anfitriona que iguale o supere el negativo impacto de ese fenómeno en Barcelona y Venecia. El recinto alberga unas mil habitaciones hoteleras actualmente, pero los proyectos hoteleros pendientes de apertura (Iberostar, Casa Velazquez) añadirán algunos cientos más. Los huéspedes no serán despreciados, pero añadirán a la sensación de saturación que comienza a asomar su cabeza de medusa. En consecuencia, lo prudente no es estimular la llegada de más turistas al CH sino dejar que su crecimiento se produzca de manera natural en función del crecimiento de la demanda de sus mercados emisores.
Debe tomarse en cuenta, por otro lado, que la gran mayoría de los extranjeros que visitan y visitarán nuestro CH no lo hacen porque tengan una afición marcada por el turismo cultural o histórico. Si bien el CH es un enclave cultural e histórico, los extranjeros que lo visitan lo hacen porque, después de las playas, es el principal atractivo turístico de que dispone el país. Es decir, visitan como más de 600,000 visitan la isla Saona, la gran mayoría proveniente de Bávaro y Punta Cana. Como nuestro destino es un destino de masas el grueso de los visitantes viene por las playas, no porque estén motivados por conocer nuestro patrimonio cultural o histórico.
De hecho, se estima que el grueso de los extranjeros que pernoctan en hoteles del CH son personas de negocio que vienen a la capital en diligencias de trabajo. Estimaciones informales dan cuenta de que los hoteles del CH son los que registran la más alta tasa de ocupación de toda la ciudad capital, llegando a un promedio de 80% contra el 65% general de la ciudad. No se conoce de ninguna encuesta que haya perfilado las características de los huéspedes del CH. Sin embargo, el atractivo del CH es su patrimonio histórico-cultural y los extranjeros que lo visitan –provenientes del este y/o los cruceros– no solo quieren conocer la capital del país, sino que están “obligados” a degustar el patrimonio histórico-cultural del CH porque permanecen en el durante toda su breve visita (de 5 a 6 horas).
Por eso los ministerios de Turismo y Cultura deben preservar adecuadamente ese patrimonio y velar porque su significado y valor se comunique adecuadamente. Deben tener claro, empero, que ese patrimonio por sí solo no generaría gran cantidad de visitantes porque solo un 10-15% del mercado turístico internacional tiene esa proclividad. Y ya que una promoción internacional para el CH proyectaría un producto turístico de naturaleza cultural, el esfuerzo promocional deberá estar enfocado hacia aquellos cuyos intereses, actitudes, opiniones y personalidad tendrían la motivación necesaria para trasladarse desde su país de origen hasta nuestro CH. Esa promoción sería difícil y costosa y la competencia mundial de los 1,121 sitios designados por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad tornaría muy retadora la tarea de atraerlos.
A quienes más compete la promoción del CH es a los turoperadores internacionales que venden las excursiones al CH en los hoteles de Bávaro y Punta Cana. Puede que algunos de ellos impriman folletos alusivos, pero regularmente la información sobre el producto está disponible en mesas del lobby del hotel donde estos se ofrecen. Los que compran las excursiones se enteraran ahí de las mismas, a menos que en la línea aérea le hayan informado o hayan leído algún material sobre el destino. En los cruceros, por su parte, la información sobre nuestro CH está disponible en línea para que los pasajeros puedan decidir si bajarse del barco a visitarlo.
A tomar en cuenta también está el prometido remozamiento del CH a través del anunciado proyecto del BID. Las intervenciones correspondientes desfiguraran algunos entornos del recinto y, en consecuencia, hacer promoción internacional en esta coyuntura resulta a todas luces contraproducente. Así que de mayor trascendencia y prioridad para el MITUR seria propiciar excursiones estudiantiles al CH provenientes de diferentes puntos de la geografía nacional (Elías Pina, Dajabón, Santiago Rodríguez, etc.). Con eso se cumpliría mejor la suprema misión identitaria del CH, a la cual debe subordinarse el aprovechamiento turístico.
Al final, las consideraciones aquí presentadas deben ser parte del trabajo del fideicomiso de promoción turística internacional que prometió el presidente Abinader durante su campaña electoral y que todavía está por montarse. Este deberá tener muy en cuenta que la responsabilidad principal por la promoción turística internacional pertenece a las cadenas hoteleras y turoperadores internacionales quienes están obligados a rentabilizar sus inversiones. El Estado solo debe jugar un rol marginal porque atraer visitantes requiere de una proyección de la imagen del país.