Según las encuestas, el presidente Abinader coronará con éxito su intento de reelegirse. Aparenta tambien que, apoyado por 21 partidos y un 60% de aprobación de su gestión, lo logrará en la primera vuelta. No sería un dislate, por tanto, visualizar lo que deberían ser sus principales enfoques en los meses previos al nuevo periodo de gobierno. Identificar y resaltar lo deseable para este tramo calendario podría beneficiar a la futura gestión y consolidar el legado histórico del presidente de la transparencia. El giro se impone después de las elecciones municipales.

A sabiendas de que no podrá aspirar a un tercer periodo de gobierno, resulta muy razonable que el presidente Abinader solo aspire a “profundizar el cambio”. El estribillo se justifica como eslogan de campaña en función de lo ya logrado, pero seria más impresionante si las prioridades del nuevo periodo de gobierno se focalizan en las pendientes reformas. Y, para los próximos meses, son cinco las áreas de deseable concentración de la gestión presidencial. La consecuente estrategia se requeriría para entronizar el cambio y diferenciar la figura presidencial ante los ojos de la historia.

La primera área de gestión tiene que ver con su liderazgo político. En tres años y medio de gobierno ya Abinader ha consolidado su liderazgo y desmentido a los que dudaban de su capacidad de gerencia política. La estrategia de relaciones públicas que ha marcado su gestión –apersonándolo en cuantas inauguraciones hubiera y acaparando la atención de la prensa diariamente– ha dado sus frutos y ya nadie duda de que califica como uno de los grandes lideres políticos nacionales. Ya es un fogueado estadista que ha mantenido el pais en paz y merece figurar en el estrellado de los grandes lideres con los tres expresidentes (Hipolito Mejia, Leonel Fernandez, Danilo Medina).

Uno de los mayores retos del presidente Abinader sera, en términos políticos, orquestar una transición efectiva y pacífica en dos tejemanejes que conciernen principalmente a sus partidarios. La primera vertiente se refiere al mantenimiento de la transparencia en la gestión de los funcionarios y la segunda en ir perfilando dos o tres dirigentes que pudieran calificar para la candidatura presidencial del PRM para el 2028. El tinglado partidario debera manejarse con singular destreza para materializar estos logros. La gerencia política nacional puede tenerse como buena, pero las avispas podrían desarbolarse dentro de su partido cuando se perciba que no puede aspirar a un tercer periodo. Salir del gobierno y quedarse como presidente del PRM sería otro gran sello de su gestión partidaria.

Una segunda meta sería la de consensuar el Pacto Fiscal para comenzar a ser aplicado al inicio de su próximo periodo de gobierno. Para ello es deseable que convoque a todos los actores relevantes a la discusión de un par de borradores después de ser reelecto y durante la transición. La tarea de conciliar los deberes tributarios con la evasión, la elusión y la reducción o eliminación de las exenciones fiscales no sera fácil. Se recordará que hace unos meses circuló un borrador apócrifo del Pacto del cual el gobierno se desvinculo. Pero pidiéndole al FMI o PNUD fabricar otro borrador se podrían facilitar las discusiones del consenso. Al presidente Abinader le toca emplearse a fondo a fin de que esa reforma prospere y muerda arrancando su próximo cuatrienio.

Una tercera tarea para la cual es deseable comenzar preparativos en estos meses es la de girar la gestión pública del sector turístico, el cual hoy califica como el principal de la economía. El Ministerio de Hacienda tomará en cuenta que este es ya un sector maduro y posiblemente elimine sus incentivos fiscales. (He propuesto un desmonte gradual en cinco años y la especialización de los tributos de esa transición para financiar un plan de desarrollo urbano para Bávaro-Punta Cana.) De mayor trascendencia es que la política pública no privilegie al empresariado y este más equilibrada con los intereses colectivos. Aspectos tales como la promoción internacional estatal y la conectividad aérea deben dejar de dominar las prioridades de la gestión pública sectorial. Le toca al presidente Abinader ordenar en estos meses un plan nacional de desarrollo turístico que impida el uso del MITUR para impulsar metas políticas de los incumbentes en desmedro de los intereses colectivos y de la profesionalización de la gestión pública.

Una cuarta área de avance antes del 21 de mayo es la de la Seguridad Social y la salud.  Hay un consenso amplio de que la Ley No.87-01 debe modificarse en varios aspectos. Pero el de mayor trascendencia es la sórdida situación de las AFP: el que un 80% de sus fondos estén en valores estatales significa que el Estado es quien les hace el trabajo de lograr una aceptable rentabilidad. Practicamente eso equivale a un azaroso “sistema de reparto”.  Y respecto al sector salud no es suficiente con elevar la proporción del PIB del gasto; debe priorizarse tambien la atención primaria. Tenemos un nuevo Plan Estratégico Nacional de Salud 2030, pero la atención presidencial debera concentrarse en las dos vertientes mencionadas. Desde ya procede iniciar las reuniones y consultas para entronizar esas prioridades.

La quinta maraña que requiere atención presidencial es la del sector eléctrico. El subsidio estatal a las distribuidoras ya representa un 40% del déficit fiscal y esa carga es tan inaceptable como que el 26% de la tributación tenga que dedicarse al servicio de la deuda externa. Que las pérdidas de las Edes hayan subido a 42% es un bochorno, aunque parte de ese fatídico resultado se deba a que se esté suministrando más energía que antes. El Banco Mundial aprobó hace meses un préstamo de US$400 millones para el sector eléctrico y parte de ese financiamiento debera estar dedicado a “la creación de mecanismos eficaces para aumentar la eficiencia de las empresas de distribucion”. Ideal sería, sin embargo, que una decisión presidencial condujera ese esfuerzo a la venta de las Edes al sector privado. Ese préstamo facilitaría ese curso de acción.

No hay duda de que el abanico de situaciones retadoras que enfrenta cualquier presidente cuestiona la pertinencia de que el enfoque presidencial gire en esta coyuntura y se concentre en estas cinco áreas prioritarias. Pero si bien un presidente debe atender todo lo de su incumbencia tambien es cierto que su gestión debe priorizar su accionar. Enfocarse en los retos señalados en los próximos meses significaría un válido esfuerzo por “profundizar el cambio” en áreas neurálgicas de la gestión pública que urgen y que no han podido ser atendidas adecuadamente en el primer periodo de gobierno. Ante las positivas perspectivas de la reelección presidencial no cabe duda de que una estrategia como la sugerida seria políticamente aconsejable. Desperdiciar esa oportunidad de consolidar así el legado sería una lamentable negligencia.

Consistente con el velo de transparencia que ha caracterizado su gobierno, el presidente Abinader debería hacer público el giro de su accionar para dedicarse principalmente a estos retos. Si bien algunos de estos pasos podrían ser anunciados durante su Rendición de Cuentas el próximo 27 de febrero, hay medidas que no requieren mayor publicidad y podrían ser asumidas desde ya. Lo importante es que el presidente acepte que un nuevo periodo de gobierno seria su ultimo y que se dedique a engalanarlo con logros tan trascendentes como los mencionados. Los aprestos reeleccionistas deben continuar, pero el tiempo para asistir a las inauguraciones y hacer relaciones publicas debe mejor dedicarse a las tareas que profundizaran el cambio y consolidaran su legado histórico.