La política dominicana le rompe la cabeza a cualquiera y no es para menos viendo algunas actitudes que se manifiestan en esta lucha por el poder.
Por ejemplo, algunos candidatos opositores, en vez de apoyar las iniciativas del Gobierno hacia Haití, la critican y la cuestionan. Tratándose de un asunto de seguridad nacional, les importa un carajo que se haga lo correcto o no.
Y no se dan cuenta que probablemente al 99% de los dominicanos les preocupa la situación en Haití, apoyan las medidas del gobierno y temen por lo que pueda pasar con una inmigración ilegal masiva y contaminada por posibles mercenarios de las bandas armadas que trituran la sociedad haitiana.
El cierre de la frontera es una decisión correcta, no solo por el desvío del Río Masacre, sino por la actitud beligerante, cínica, irresponsable y anti-dominicana del presidente de Haití y los poderes facticos y corruptos que lo apoyan, que han desatado una campaña internacional de odio intentando afectar la imagen de nuestro país alrededor del mundo. Hasta la ONU se ha vuelto cómplice de esa campaña.
Otra característica de la política criolla que nadie entiende es que los dos partidos opositores que aspiran a derrotar al PRM, no se enfrentan entre ellos, aunque uno le esta drenando sus bases y mordiéndole sus entrañas.
Es como si los candidatos de esos dos partidos estuvieran de acuerdo y solo aparentaran una división ficticia. Coinciden en los epítetos, en las criticas al gobierno y en la manera de pensar porque todos saben que ambos candidatos se atraen mutuamente desde tiempos atrás.
El mayor rompecabezas que existe en la política dominicana es encontrar piezas para armar el programa de gobierno de los partidos para el periodo 2024-2028. No han presentado absolutamente nada sobre lo que van a hacer en el ámbito económico, social, institucional o judicial.
Suponemos que, de ser reelegido, el presidente Abinader continuará con su política que lo ha llevado al éxito, enarbolando la bandera de la transparencia y la institucionalidad, con un excelente manejo macroeconómico.
Eso obliga a los partidos de oposición a presentar sus ideas y propuestas diferenciándose de las que tiene el partido en el poder. Pero todo se limita a los mismos epítetos contra el gobierno y el presidente: No sabe gobernar, estamos retrocediendo, la inflación es culpa del gobierno, el país se derrumba, un gobierno de pico y pala, neveras vacías, mesas sin platos, etc. etc. etc.
Pero esa estrategia ha demostrado ser fallida si se trata de alcanzar el poder porque los dominicanos han madurado mucho en materia política.
Otro rompecabezas mayúsculo es que un partido minúsculo trate de unir a dos grandes. Los pone a firmar acuerdos, pero los cabezas de esos partidos ni aparecen en el escenario ni refrendan dichos acuerdos. Una verdadera payasada.
Y rómpase la cabeza definiendo el transfuguismo al estilo dominicano. Hay personajes que han pasado hasta por 4 partidos políticos. Son veletas que cambian con el viento y buscan cómo seguir disfrutando del poder y sus privilegios. Magos de la flotación.
A pesar de eso, el país avanza, la democracia se consolida, la transparencia se fortalece, la corrupción se achica en el quehacer público, la inflación pellizca el rango meta y la economía se recupera lentamente, algo que pocos países del mundo pueden darse el lujo de decir.