En una reciente visita a Los Alcarrizos que realizáramos Claudio Cohén, Aquiles Julián y yo, el candidato y virtual alcalde electo de esa demarcación, Junior Santos, se comprometió a ejecutar un amplio proyecto de desarrollo cultural para beneficio de los habitantes de la zona.
Como parte de Suma Cultural y Ciudadana, movimiento político adscrito a la secretaría de cultura del PRM, nos hemos estado reuniendo con candidatos a alcaldes para asesorarlos e incentivarlos a que vayan más allá de la recogida de la basura, construcción de aceras, asfaltados de calles y saneamientos de cañadas.
La cultura es un elemento esencial para el desarrollo material y espiritual de un conglomerado social. La cultura genera riqueza material porque crea empleos, pero sobre todo sirve para desarrollar el talento de los jóvenes con aptitudes artísticas. Es triste ver un conglomerado humano que crece y muere sin nunca haber ido a un concierto de música clásica, a una obra de teatro, a una exposición de artes plásticas y sin haber visitado una biblioteca.
Durante un recorrido por el teleférico de los Alcarrizos junto a Junior Santos no dejé de recordar el barrio ciudad Bolívar, en Bogotá. Ese barrio fue construido por gente desplazada por la violencia de la guerrilla y los paramilitares que llegaban a Bogotá y no tenían más opción que construir un refugio para protegerse del frío y la lluvia. Y construyeron su hábitat depredando montañas y secando fuentes acuíferas. Al paso del tiempo, ciudad Bolívar se convirtió en una ciudad dentro de otra ciudad, donde la marginalidad y la violencia de todo tipo azotaban a sus habitantes. Incluso, la mayor parte de los habitantes de Bogotá nunca ha entrado a esa zona: la consideran como una calle 42 cuarenta y dos de Capotillo.
Un alcalde visionario invirtió miles millones de dólares para construir un teleférico para conectar a ciudad Bolívar con Bogotá. Pero el gobierno local, junto al nacional, llevaron la cultura a cada rincón de ciudad Bolívar. En las paradas del teleférico instalaron puntos de lectura o pequeñas bibliotecas, escuelas de arte, etc. Y un recorrido que duraba dos y tres horas, ahora se hace en 20 minutos.
Igual que ciudad Bolívar, Los Alcarrizos fue edificada a retazos, por arquitectos del caos venidos de todos los rincones del país. Por eso sus calles son estrechas y sinuosas; por eso, ese teleférico que se conectará con el metro de Santo Domingo es una de las obras de mayor impacto social de las construidas por el presidente Abinader.
En los Alcarrizos, Junior Santos está luchando para que el gobierno central remodele y adecúe un viejo pero atractivo edificio que pertenece al Inposdom, para convertirlo en el centro cultural del municipio. En este centro cultural funcionarían una escuela de arte, una sala de exposiciones, sala de música, y en la parte trasera de este se construiría un anfiteatro para presentaciones teatrales y conciertos. Según explicó Junior Santos, esa zona donde está ubicada la construcción referida es tal vez la de mayor marginalidad del municipio. Y allí es donde deben llegar los programas de desarrollo cultural para quitarle víctimas a la delincuencia.
Al final del recorrido, Junior santos dijo que ya se imaginaba a una violinista o a una saxofonista tocando en la parada que conecta al teleférico con el metro en las horas pico. Asimismo, yo vislumbré los puntos de lectura para préstamos e intercambio de libros en cada parada del teleférico y en el metro.
Junior Santos quiere que su gestión al frente, una vez más, del municipio trascienda a nivel nacional tomando como eje la cultura.
Ojalá otros alcaldes del PRM y de los demás partidos asuman la cultura como una parte relevante dentro de sus ejecutorias. En el caso particular de Santo Domingo Este, el probable nuevo alcalde, Dio Astacio, tendrá que pensar en dejar atrás el triste récord de ser un municipio de un millón trescientos mil habitantes sin una biblioteca pública, algo inadmisible e impensable en la mayoría de países del mundo.